310 | |
(1616) | |
AL FAVOR QUE SAN ILDEFONSO RECIBIÓ DE NUESTRA SEÑORA. | |
Para el certamen poético de las fiestas que el Cardenal Don Bernardo de Sandoval y Rojas hizo en la traslación de Nuestra Señora del Sagrario a la capilla que le fabricó | |
Era la noche, en vez del manto obscuro | |
tejido en sombras y en horrores tinto, | |
crepúsculos mintiendo al aire puro | |
de un albor ni confuso ni distinto. | |
5 | Turbada así de tésalo conjuro, |
su esplendor corvo la deidad de Cinto | |
a densa nube fía, que dispensa | |
luz como nube, y rayos como densa. | |
Fulgores arrogándose, presiente | |
10 | nocturno Sol, en carro no dorado, |
en trono sí de pluma, que luciente | |
canoro nicho es, dosel alado, | |
concentüoso coro diligente | |
a tanto ministerio destinado: | |
15 | en hombros, pues, querúbicos, María |
viste al aire la púrpura del día. | |
Al cerro baja, cuyos levantados | |
muros (alta de España maravilla) | |
de antigüedad salían coronados | |
20 | por los campos del aire a recibilla. |
En tantos la aclamó plectros dorados | |
cuantas se oyeron ondas en su orilla, | |
glorioso el Tajo en ministrar cristales | |
a impíreas torres ya, no imperïales. | |
25 | Busca al pastor, que del metal precioso |
sacro es cayado su torcido leño, | |
docto conculcador del venenoso | |
helvidïano áspid no pequeño. | |
Hallólo, mas hurtándose al reposo | |
30 | que los mortales han prescrito al sueño. |
El templo entraba, cuando al santo godo | |
alta le escondió luz el templo todo. | |
El luminoso horror tan mal perdona, | |
cuan bien impide su familia breve, | |
35 | pues con la menos tímida persona |
un término de mármol fuera leve; | |
águila pues al Sol que lo corona, | |
intrépido Ilefonso rayos bebe, | |
fïeles a una pluma, que ha pasado | |
40 | con lo que ha escrito de lo que ha volado. |
Póstrase humilde en el que tanta esfera | |
majestüoso rosicler le tiende, | |
y absorto en la de luz región primera, | |
se libra tremolante, inmóvil pende; | |
45 | de lo que ilustre luego reverbera, |
se remonta a lo fúlgido que enciende, | |
ejecutorïando en la revista | |
todos los privilegios de la vista. | |
Desde el sitial la Reina esclarecido | |
50 | ornamento le viste de un brocado, |
cuyos altos no le era concedido | |
al serafín pisar más levantado. | |
Invidïoso aun antes que vencido, | |
carbunclo ya en los cielos engastado, | |
55 | en bordadura pretendió tan bella |
poco rubí ser más que mucha estrella. | |
De las gracias recíprocas la suma | |
que el don satisficieron soberano, | |
que celebraron la divina pluma, | |
60 | otra la califique en otra mano. |
Huyendo con su Océano la espuma | |
el margen restituye menos cano, | |
que iluminado el templo restituye | |
extenüada luz que a su luz huye. | |
65 | ¡Oh Virgen siempre, oh siempre glorïosa, |
aun de humildes dignada afectos puros! | |
Fábrica te construye suntüosa | |
de jaspes varios y de bronces duros | |
pastor, mas de virtud tan poderosa, | |
70 | que al tiempo (de obeliscos ya, de muros |
devorador sacrílego) se atreve | |
con la que te erigió piedra más breve. | |
Augusta es gloria de los Sandovales, | |
Argos de nuestra fe tan vigilante, | |
75 | que ciento ilustran ojos celestiales |
aun la que arrastra púrpura flamante. | |
De los que estolas ciñen inmortales | |
crezca glorioso el escuadrón ovante | |
quien devoto consagra hoy a tu bulto | |
80 | tan digno trono cuan debido culto. |
Era la noche, en vez del manto obscuro
Última actualitzación
12.08.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona