En 1963, mientras
estudiaba Periodismo, Josep Maria Huertas empezó a
colaborar en Signo, revista católica creada
durante la posguerra. También entró a trabajar
en El Correo Catalán, de la mano del periodista
Manuel Ibàñez Escofet. En esta
publicación, llegó a ser redactor jefe a finales
de los años 60, y comenzó a desarrollar el estilo
periodístico que más tarde le caracterizó:
la crónica de barrio. En 1970, durante
los últimos años de la Dictadura, el compromiso
social de Huertas no encajaba con algunos miembros de El
Correo, por lo que puso fin a su relación con
el medio.
Mientras trabajaba en el diario, Huertas
comenzó a escribir en el semanario Destino,
junto a José Martí Gómez
y Jaume Fabre. Su relación con la
revista terminó en 1972, después de haber sido
despedido hasta en tres ocasiones por discrepancias con la
dirección. En aquellos años, también
trabajó para Oriflama, publicación
que había nacido como anexo de la revista Casal
de la Acció Catòlica de Vic. En 1968, fue nombrado
su director hasta que, tres años más tarde,
se enfrentó a su propietario, Jordi Pujol,
y fue relevado en el cargo. En 1974, lo despidieron.
En 1972, Huertas había comenzado a
trabajar en el diario Tele/eXpres, de nuevo de la
mano de Ibàñez Escofet. Llegó a ser redactor
jefe de la sección local, con ocho redactores a su
cargo: los «huertamaros». Su
forma de trabajar, que sólo algunos compañeros
de profesión compartían, se basaba en el periodismo
de proximidad como servicio al ciudadano.
Trataba de explicar la realidad y las transformaciones de
los barrios de Barcelona, y sacar a la luz los conflictos
de los más desfavorecidos.
En 1973, puso en marcha la segunda etapa
de Quatre Cantons, que duró hasta 1978. Esta
revista, hecha por la gente del barrio de Poblenou,
en el que el periodista vivió durante 37 años,
denunciaba las carencias y los problemas que sufrían
los vecinos. |