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(1621) |
EN LA MUERTE DE DON RODRIGO CALDERÓN |
Sella el tronco sangriento, no lo oprime, |
de aquel dichosamente desdichado, |
que de las inconstancias de su hado |
esta pizarra apenas lo redime, |
5 piedad común; en vez de la sublime |
urna que el escarmiento le ha negado, |
padrón le erige en bronce imaginado, |
que en vano el tiempo las memorias lime. |
Risueño con él, tanto como falso, |
10 el tiempo, cuatro lustros en la risa, |
el cuchillo quizá envainaba agudo. |
Del sitïal después al cadahalso |
precipitado, ¡oh cuánto nos avisa! |
¡Oh cuánta trompa es su ejemplo mudo! |
Sella el tronco sangriento, no lo oprime
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona