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En el cristal de tu divina mano |
de Amor bebí el dulcísimo veneno, |
néctar ardiente que me abrasa el seno, |
y templar con la ausencia pensé en vano; |
5 tal, Claudia bella, del rapaz tirano |
es arpón de oro tu mirar sereno, |
que cuanto más ausente de él, más peno, |
de sus golpes el pecho menos sano. |
Tus cadenas al pie, lloro al rüido |
10 de un eslabón y otro mi destierro, |
más desvïado, pero más perdido. |
¿Cuándo será aquel día que por yerro, |
oh serafín, desates, bien nacido, |
con manos de cristal nudos de hierro? |
En el cristal de tu divina mano
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona