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| (1582) |
| Ya besando unas manos cristalinas, |
| ya anudándome a un blanco y liso cuello, |
| ya esparciendo por él aquel cabello |
| que Amor sacó entre el oro de sus minas, |
| 5 ya quebrando en aquellas perlas finas |
| palabras dulces mil sin merecello, |
| ya cogiendo de cada labio bello |
| purpúreas rosas sin temor de espinas, |
| estaba, oh claro Sol invidïoso, |
| 10 cuando tu luz, hiriéndome los ojos, |
| mató mi gloria, y acabó mi suerte. |
| Si el cielo ya no es menos poderoso, |
| por que no den los tuyos más enojos, |
| rayos, como a tu hijo, te den muerte. |
Ya besando unas manos cristalinas
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona