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| (1620) |
| En la fuerza de Almería |
| se disimulaba Hacén, |
| Abencerraje hurtado |
| a la indignación del rey: |
| 5 entre el cuchillo y su cuna |
| interpuso Bahamet |
| la parte del capellar |
| que lo bastó a defender. |
| Negado, pues, al rigor, |
| 10 galán se crïaba él, |
| tan hijo, y más, del alcaide |
| que Celidaja lo es; |
| Celidaja, que en sus años |
| virgen era rosa, a quien |
| 15 del verde nudo, la aurora |
| le desata el rosicler. |
| Beldad ociosa crecía |
| en sus jardines tal vez, |
| al son de un laúd con ramas, |
| 20 que eran cuerdas de un laurel, |
| coros alternando y zambras |
| con sus moras, hasta que |
| daba al céfiro su frente |
| aljófares que beber; |
| 25 de cuya dulce fatiga |
| apelaba ella después |
| al baño que le templaban |
| curiosidad y placer. |
| Un día, en las (que le dieron |
| 30 los jazmines del vergel) |
| estrellas fragrantes más |
| que claras la noche ve, |
| averiguando la halló |
| los días de casi tres |
| 35 lustros de su tierna edad |
| aquel niño dios, aquel |
| fénix desnudo, si es ave, |
| pollo siempre, sin deber |
| segundas vidas al sol, |
| 40 nieto del mar en la fe. |
| Por no alterar a la mora, |
| en un listado alquicel, |
| manto del Abencerraje, |
| desmintió su desnudez. |
| 45 Fïando a un mirto sus armas, |
| verde frondoso dosel |
| de un mármol que ni Lucrecia |
| ni fuente deja de ser, |
| pliega el dorado volumen |
| 50 de sus alas el doncel, |
| redimiendo ciegas luces |
| que más vendadas más ven. |
| Del Abencerraje luego |
| copia hecho tan fïel |
| 55 que los dudara el concurso |
| equivocado jüez, |
| la ocupación inquiriendo, |
| donaire hace, y desdén, |
| de que solicite niña |
| 60 lo que escusará mujer: |
| «Ejerced -le dice-, hermana, |
| vuestra hermosura, y creed |
| que tan vana es la de hoy |
| como ingrata la de ayer; |
| 65 fugitivas son las dos: |
| usad de esos dones bien, |
| que en un cristal guardáis, frágil, |
| lo caduco de un clavel. |
| Si os reguláis con las flores |
| 70 que visten esa pared, |
| horas son breves: el día |
| las ve morir que nacer. |
| Gozaos en sazón, que el tiempo, |
| tesorero ya infïel |
| 75 de ese oro que peináis, |
| de ese marfil que escondéis, |
| desengaños restituye; |
| necia en el espejo fue |
| la memoria: mudad antes |
| 80 parecer que parecer». |
| Extrañando la dotrina |
| del joven que hermano cree, |
| la vergüenza a Celidaja |
| le purpureó la tez. |
| 85 Ardiente veneno entonces |
| hielos comenzó a lamer, |
| y muda lima, a labrar, |
| süave mas sorda, red. |
| El ya fraternal engaño, |
| 90 mal bebido en su niñez, |
| disolvía, cuando Amor, |
| sintiendo el dichoso pie |
| del que ya conduce amante, |
| cuanto cauteló el pincel |
| 95 desvanece, y en su forma, |
| pisando nubes, se fue. |
En la fuerza de Almería
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona