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| (1583) |
| La desgracia del forzado, |
| y del cosario la industria, |
| la distancia del lugar |
| y el favor de la Fortuna, |
| 5 que por las bocas del viento |
| les daba a soplos ayuda |
| contra las cristianas cruces |
| a las otomanas lunas, |
| hicieron que, de los ojos |
| 10 del forzado, a un tiempo huyan |
| dulce patria, amigas velas, |
| esperanzas y ventura. |
| Vuelve, pues, los ojos, tristes, |
| a ver cómo el mar le hurta |
| 15 las torres, y le da nubes, |
| las velas, y le da espumas; |
| y viendo más aplacada |
| en el cómitre la furia, |
| vertiendo lágrimas, dice, |
| 20 tan amargas como muchas: |
| «¿De quién me quejo con tan grande extremo, |
| si ayudo yo a mi daño con mi remo? |
| »Ya no esperen ver, mis ojos, |
| pues ahora no lo vieron, |
| 25 sin este remo las manos, |
| y los pies sin estos hierros; |
| que, en esta desgracia mía, |
| Fortuna me ha descubierto |
| que cuantos fueren mis años |
| 30 tantos serán mis tormentos. |
| ¿De quién me quejo con tan grande extremo, |
| si ayudo yo a mi daño con mi remo? |
| »Velas de la Religión, |
| enfrenad vuestro denuedo, |
| 35 que mal podréis alcanzarnos, |
| pues tratáis de mi remedio; |
| el enemigo se os va, |
| y favorécelo el tiempo |
| por su libertad no tanto, |
| 40 cuanto por mi captiverio. |
| ¿De quién me quejo con tan grande extremo, |
| si ayudo yo a mi daño con mi remo? |
| »Quedaos en aquesa playa, |
| de mis pensamientos puerto, |
| 45 quejaos de mi desventura |
| y no echéis la culpa al viento. |
| Y tú, mi dulce suspiro, |
| rompe los aires, ardiendo, |
| visita a mi esposa bella, |
| 50 y en el mar de Argel te espero. |
| ¿De quién me quejo con tan grande extremo, |
| si ayudo yo a mi daño con mi remo?». |
La desgracia del forzado
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona