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| (1582) |
| Diez años vivió Belerma |
| con el corazón difunto |
| que le dejó en testamento |
| aquel francés boquirrubio. |
| 5 Contenta vivió con él, |
| aunque a mí me dijo alguno |
| que viviera más contenta |
| con trecientas mil de juro. |
| A verla vino doña Alda, |
| 10 viuda del conde Rodulfo, |
| conde que fue en Normandía |
| lo que a Jesucristo plugo, |
| y hallándola muy triste |
| sobre un estrado de luto, |
| 15 con los ojos que ya eran |
| orinales de Neptuno, |
| riéndose muy de espacio |
| de su llorar importuno |
| sobre el muerto corazón |
| 20 envuelto en un paño sucio, |
| le dice: «Amiga Belerma, |
| cese tan necio diluvio, |
| que anegará vuestros años |
| y ahogará vuestros gustos. |
| 25 Estése allá Durandarte |
| donde la suerte le cupo; |
| buen pozo haya su alma, |
| y pozo que esté sin cubo. |
| Si él os quiso mucho en vida, |
| 30 también lo quisistes mucho, |
| y si tiene abierto el pecho, |
| queréllese de su escudo. |
| ¿Qué culpa tuvistes vos |
| de su entierro, siendo justo |
| 35 que el que como bruto muere, |
| que lo entierren como a bruto?; |
| muriera él acá en París, |
| a do tiene su sepulcro, |
| que allí le hicieran lugar |
| 40 los antepasados suyos. |
| Volved luego a Montesinos |
| ese corazón que os trujo, |
| y enviadle a preguntar |
| si por gavilán os tuvo. |
| 45 Descosed, y desnudad, |
| las tocas de anjeo crudo, |
| el monjilón de bayeta |
| y el manto, basto, peludo; |
| que, aun en las viudas más viejas |
| 50 y de años más caducos, |
| las tocas cubren a enero, |
| y los monjiles, a julio, |
| cuanto más, a una muchacha |
| que le faltan días algunos |
| 55 para cumplir los treinta años, |
| que yo desdichada cumplo. |
| Seis hace, si bien me acuerdo, |
| el día de Santiñuflo, |
| que perdí aquel mal logrado |
| 60 que hoy entre los vivos busco. |
| Holguéme de cuatro y ocho, |
| haciéndoles dos mil hurtos |
| a las palomas, de besos, |
| y a las tórtolas, de arrullos. |
| 65 Sentí su fin; pero más |
| que muriese sin ver fructo, |
| sin ver flujo de mi vientre, |
| porque siempre tuve pujo; |
| mas no por eso ultrajé |
| 70 mi buena tez con rasguños, |
| cabal me quedó el cabello, |
| y los ojos, casi enjutos. |
| Aprended de mí, Belerma, |
| holguémonos de consuno, |
| 75 llévese el mar lo llorado, |
| y lo suspirado, el humo. |
| No hiléis memorias tristes |
| en este aposento obscuro, |
| que, cual gusano de seda, |
| 80 moriréis en el capullo. |
| Haced lo que en su fin hace |
| el pájaro sin segundo, |
| que nos habla en sus cenizas |
| de pretérito y futuro. |
| 85 Llorad su muerte, mas sea |
| con lagrimillas al uso; |
| de lo mal pasado nazca |
| lo por venir más seguro. |
| Pongámonos a la par |
| 90 dos toquitas de repulgo, |
| ceja en arco, manos blancas, |
| y dos perritos lanudos. |
| Hiedras verdes somos ambas, |
| a quien dejaron sin muros, |
| 95 de la muerte y del amor |
| baterías e infortunios: |
| busquemos por do trepar, |
| que, a lo que de ambas presumo, |
| no nos faltarán en Francia |
| 100 pared gruesa, tronco duro. |
| La iglesia de san Dionís |
| canónigos tiene muchos, |
| delgados, cariaguileños, |
| carihartos y espaldudos: |
| 105 escojamos como en peras |
| dos déligos capatuncios, |
| de aquestos que andan en mulas |
| y tienen algo de mulos; |
| de estos Alejandros Magnos |
| 110 que no tienen por disgusto, |
| por dar en nuestros broqueles, |
| que demos en sus escudos. |
| De todos los doce pares |
| y sus nones, abrenuncio, |
| 115 que calzan bragas de malla |
| y, de acero, los pantuflos; |
| ¿de qué nos sirven, amiga, |
| petos fuertes, yelmos lucios?: |
| armados hombres queremos, |
| 120 armados, pero desnudos. |
| De vuestra mesa redonda, |
| francos paladines, huyo, |
| donde ayunos os sentáis, |
| y os levantáis más ayunos; |
| 125 la de cuatro esquinas quiero, |
| que la ventura me puso |
| en casa de un cuatro picos, |
| de todos cuatro picudo, |
| donde sirven, la cuaresma, |
| 130 sabrosísimos besugos, |
| y turmas, en el carnal, |
| con su caldillo y su zumo». |
| Más iba a decir doña Alda, |
| pero a lo demás dio un nudo, |
| 135 porque de don Montesinos |
| entró un pajecillo zurdo. |
Diez años vivió Belerma
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona