Sabiendo, señora, que

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EN PERSONA DE UN MINISTRO IMPORTUNADO DE UNA DAMA QUE DESCUBRIESE UN SECRETO
 
Redondilla ajena
 
¿Para qué me dais tormento,
aprovechando tan poco?
Perdido, mas no tan loco
que descubra lo que siento.
 
Glosa
 
5 Sabiendo, señora, que,
como en firmeza lo he sido,
en silencio lo seré,
mármol que Amor ha erigido
por término de su fe;
10
y habiéndoos dicho ya ciento
y más vueltas de cordel
cuán mudo es mi sufrimiento,
mi constancia cuán fïel,
¿para qué me dais tormento?
 
15  
De rigores excusados
se arma vuestra porfía
contra unos labios sellados,
señas más de la fe mía
que los ojos más vendados.
20  
Las veces, pues, que provoco
vuestro desdén, si veis cuánto
desmentido os lo revoco,
ocioso es ya desdén tanto,
aprovechando tan poco.
 
25 El tiempo gastáis en vano
solicitando, señora,
secreto tan soberano
que, aun callando, temo ahora
que su religión profano.
30 Perdido diréis que toco
hipérboles, en que doy
indicios de seso poco,
y responderéos que estoy
             perdido, mas no tan loco.
 
35 Porque en la siempre süave
monarquía del Amor,
del suceso menos grave,
del más humilde favor
es el silencio la llave;
40 con un establecimiento
del vendado legal dios
tan en favor de mi intento,
mirad cómo queréis vos
que descubra lo que siento.