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(1595) | |
Ya de mi dulce instrumento | |
cada cuerda es un cordel, | |
y, en vez de vihuela, él | |
es potro de dar tormento, | |
5 |
quizá con celoso intento |
de hacerme decir verdades, | |
contra estados, contra edades, | |
contra costumbres al fin; | |
no las comente el rüín | |
10 | ni las tuerza el enemigo, |
y digan que yo lo digo. | |
Si el pobre a su mujer bella | |
le da licencia que vaya | |
a pedir sobre la saya, | |
15 | y le dan debajo della, |
¿qué gruñe, qué se querella | |
que se burlan de él los ecos? | |
Y ¿qué teme en años secos | |
si el necio a su casa lleva | |
20 | quien en años secos llueva? |
Coja, pues, en paz su trigo, | |
y diga que yo lo digo. | |
De veinte y cuatro quilates | |
es como un oro la niña, | |
25 | y hay quien le dé la basquiña |
y la sarta de granates: | |
tiénelo por disparates | |
su madre y búrlase dello; | |
mas él se los echa al cuello, | |
30 |
porque el mismo fruto espera |
que han de hacer, que en la higuera | |
las sartas de cabrahígo; | |
y digan que yo lo digo. | |
Del mercader, si es lo mismo | |
35 | con vara y pluma en la mano |
condenarse en castellano | |
que irse al infierno en guarismo, | |
desátenme el silogismo | |
sus pulgadas y sus ceros, | |
40 |
su conciencia y sus dineros, |
y tenga por cosa cierta | |
que, si le cierran la puerta, | |
en el cielo no hay postigo; | |
y diga que yo lo digo. | |
45 |
Ver sus tocas blanquear |
a la viuda, eso me mueve | |
que ver cubierto de nieve | |
el puerto del Muladar: | |
déjase a solas pasar | |
50 | de cualquiera forastero, |
o peón o caballero, | |
y con sus amigas llora | |
a su esposo, la señora, | |
como la Cava a Rodrigo; | |
55 |
y digan que yo lo digo. |
Viendo el escribano que | |
dan a su legalidad, | |
por ser poco el de verdad, | |
nombre, las leyes, de fe, | |
60 | su pluma sin ojos ve, |
y su bolsa, aunque sin lengua, | |
por la boca crece o mengua | |
las razones del culpado, | |
la bolsa hecha abogado, | |
65 |
la pluma hecha testigo; |
y digan que yo lo digo. | |
Como consulta la dama | |
con el espejo su tez, | |
¿no consultará una vez | |
70 | con la honestidad su fama? |
Áspid al vecino llama | |
que le muerde el calcañar | |
cuando sale a visitar | |
al copete o la corona, | |
75 | y a los dos no les perdona |
desde la joya al bodigo; | |
y digan que yo lo digo. | |
Milagros hizo, por cierto, | |
un alcalde, y lo vi yo, | |
80 | que siendo vivo, le dio |
almas de oro a un gato muerto, | |
y aun es de tanto concierto, | |
que se iguala y no se ajusta, | |
y si acaso a doña Justa | |
85 | algo entre platos le viene, |
deja la verdad, y tiene | |
a Platón por más amigo; | |
y digan que yo lo digo. | |
Éntrase en vuestros rincones | |
90 |
comadreando la vieja, |
bien como la comadreja | |
en nido de gorrïones; | |
con madejas y oraciones | |
os quiebra o degüella, en suma, | |
95 | ora en huevos, ora en pluma, |
la honra de vuestra hija; | |
destas terceras, clavija | |
sea la rama de un quejigo; | |
y digan que yo lo digo. | |
100 |
El doctor mal entendido, |
de guantes no muy estrechos, | |
con más homicidios hechos | |
que un catalán forajido, | |
si son de puñal büido | |
105 | las hojas de su Galeno, |
y si partir puede el freno | |
y el dinero con su mula, | |
mate, y sírvale de bula | |
la carta que trae consigo; | |
110 |
y diga que yo lo digo. |
Ya de mi dulce instrumento
Última actualitzación
03.07.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona