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(1610-1611) (Ch 1612) |
DE LA TOMA DE LARACHE |
En roscas de cristal serpiente breve, |
por la arena desnuda el Luco yerra, |
el Luco, que, con lengua al fin vibrante, |
si no niega el tributo, intima guerra |
5 al mar, que el nombre con razón le bebe |
y las faldas besar le hace de Atlante. |
De esta, pues, siempre abierta, siempre hiante |
y siempre armada boca, |
cual dos colmillos, de una y de otra roca, |
10 África (o ya sean cuernos de su luna |
o ya de su elefante sean colmillos) |
ofrece al gran Filipo los castillos |
(carga hasta aquí, de hoy más militar pompa); |
y del fiero animal hecha la trompa |
15 clarín ya de la Fama, oye la cuna, |
la tumba ve del Sol, señas de España |
los muros coronar que el Luco baña. |
Las garras, pues, las presas españolas |
del rey, de fieras no, de nuevos mundos, |
20 ostenta el río, y glorïosamente |
arrogándose márgenes segundos, |
en vez de escamas de cristal, sus olas |
guedejas visten ya de oro luciente. |
Brama, y menospreciándolo serpiente, |
25 león ya no pagano |
lo admira reverente el Oceano. |
Brama, y cuantas la Libia engendra fieras, |
que lo escuchaban elefante apenas, |
surcando ahora piélagos de arenas, |
30 lo distante interponen, lo escondido, |
al imperio feroz de su bramido. |
Respóndenle confusas las postreras |
cavernas del Atlante, a cuyos ecos, |
si Fez se estremeció, tembló Marruecos. |
35 Gloriosa y del suceso agradecida, |
dirige al cielo España, en dulce coro |
de sacros cisnes, cánticos süaves |
a la alta de Dios sí, no a la de un moro |
bárbara majestad, reconocida |
40 por las fuerzas que le ha entregado: llaves |
de las mazmorras de África más graves, |
forjadas, no ya donde |
de las fraguas que ardiente el Etna esconde |
llamas vomita, y sobre el yunque duro |
45 gime Bronte y Stérope no huelga, |
sino en las oficinas donde el belga |
rebelde anhela, el berberisco suda, |
el brazo aquél, la espalda éste desnuda, |
forjadando las que un muro y otro muro |
50 por guardas tiene, llaves ya maestras |
de nuestros mares, de las flotas nuestras. |
Al viento más opuesto abeto alado |
sus vagas plumas crea, rico el seno |
de cuanta Potosí tributa hoy plata. |
55 Leño frágil de hoy más al mar sereno |
copos fíe de cáñamo anudado, |
seguro ya sus remos de pirata. |
Piloto el interés, sus cables ata, |
ovando ya en el puerto |
60 del soplo occidental, del golfo incierto. |
Pescadora la industria, flacas redes |
que dio a la playa desde su barquilla |
graves revoca a la espaciosa orilla. |
La libertad, al fin, que, salteada, |
65 señas o de cautiva o despojada |
dio un tiempo de Neptuno a las paredes, |
hoy bálsamo espirantes cuelga ciento |
faroles de oro al agradecimiento. |
Vuestra, oh Filipo, es la fortuna, y vuestra |
70 de África será la monarquía. |
Vuestras banderas nos lo dicen, puesto |
duro yugo a los términos del día |
en los mundos que abrevia tanta diestra; |
que si a las armas no, si no al funesto |
75 son de las trompas (que no aguardó a esto), |
Abila su coluna |
a vuestros pies rindió, a vuestra fortuna; |
Calpe desde su opuesta cumbre espera, |
aunque lo ha dividido el mar en vano, |
80 el término segundo del tebano |
complicado al primero, y penetrada |
la ardiente Libia vuestra ardiente espada, |
que el Nigris no en su bárbara ribera, |
el Nilo sí con militar decoro |
85 la sed os temple ya en celada de oro. |
Verás, canción, del César Africano |
al nieto augusto, armada un día la mano, |
hacer, de Atlante en la silvosa cumbre, |
a las purpúreas cruces de sus señas |
90 nuevos calvarios sus antiguas peñas. |
En roscas de cristal serpiente breve
Última actualitzación
12.08.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona