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(1582) | |
Corcilla temerosa, | |
cuando sacudir siente | |
al soberbio Aquilón con fuerza fiera | |
la verde selva umbrosa, | |
5 | o murmurar corriente |
entre la yerba, corre tan ligera, | |
que al viento desafía | |
su voladora planta: | |
con ligereza tanta, | |
10 |
huyendo va de mí la ninfa mía, |
encomendando al viento | |
sus rubias trenzas, mi cansado acento. | |
El viento delicado | |
hace de sus cabellos | |
15 |
mil crespos nudos por la blanca espalda, |
y habiéndose abrigado | |
lascivamente en ellos, | |
a luchar baja un poco con la falda, | |
donde no sin decoro, | |
20 | por brújula, aunque breve, |
muestra la blanca nieve | |
entre los lazos del coturno de oro. | |
Y así, en tantos enojos, | |
si trabajan los pies, gozan los ojos. | |
25 | [Con aquel dulce brío |
que me da el soplo escaso | |
del viento al descubrir su planta bella, | |
sigo, esforzando el mío, | |
su fugitivo paso, | |
30 | no más por alcanzalla que por vella; |
ella mi intento viendo, | |
vuelve a mí la serena | |
süave luz, y enfrena | |
mi dulce alcance, el mismo efeto haciendo | |
35 | sus luces soberanas |
en mí que en Atalanta las manzanas.] | |
Yo, pues, ciego y turbado, | |
viéndola cómo mide | |
con más ligeros pies el verde llano | |
40 | que del arco encorvado |
la saeta despide | |
del parto fiero la robusta mano, | |
y viendo que en mí mengua | |
lo que a ella le sobra, | |
45 | pues nuevas fuerzas cobra, |
apelo de los pies para la lengua | |
y en alta voz le digo: | |
«No huyas, ninfa, pues que no te sigo. | |
»Enfrena, oh Clori, el vuelo, | |
50 | pues ves que el rubio Apolo |
pone ya fin a su carrera ardiente. | |
Ten de ti misma duelo; | |
deponga un rato solo | |
el honesto sudor tu blanca frente. | |
55 | Bastante muestra has dado |
de cruel y ligera, | |
pues en tan gran carrera | |
tu bellísimo pie nunca ha dejado | |
estampa en el arena, | |
60 |
ni en tu pecho cruel mi grave pena. |
»Ejemplos mil al vivo | |
de ninfas te pondría | |
(si ya la antigüedad no nos engaña) | |
por cuyo trato esquivo | |
65 | nuevos conoce hoy día |
troncos el bosque y piedras la montaña; | |
mas sírvate de aviso | |
en tu curso el de aquella, | |
no tan cruda ni bella, | |
70 | a quien ya sabes que el pastor de Anfriso, |
con pie menos ligero, | |
la siguió ninfa y la alcanzó madero.» | |
Quédate aquí, canción, y pon silencio | |
al fugitivo canto, | |
75 |
que razón es parar quien corrió tanto. |
Corcilla temerosa
Última actualitzación
12.08.2013
© Universitat Pompeu Fabra, Barcelona