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Carles Geli: «Creaba
microclimas con su generosidad» |
Alberto Moral |
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El periodista Carles Geli
escribe en la sección de Cultura de la edición
catalana de El País, medio que, hace unos
años, le brindó la oportunidad de conocer
a Josep Maria Huertas. Cuando trabajaba de becario, le
pidieron que cubriera una información sobre el
veterano periodista, y éste lo tenía fichado:
había leído un artículo sobre el
libro A sangre fría, de Truman Capote,
firmado por un joven Geli. Desde entonces, empezó
una relación de alumno y maestro que se prolongó
en medios como El Periódico de Catalunya. |
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¿Cómo conoció a
Huertas? |
Fue a raíz de una información
que cubría sobre él, que hacía la
presentación del libro Diàlegs a Barcelona,
con Jaume Fabre. Al final del acto, Huertas me preguntó
si yo era Carles Geli. Yo había escrito un artículo
sobre Truman Capote. Me sorprendió que asociase
el artículo conmigo, que en aquella época
era un becario cualquiera. En todo caso, ésto demuestra
que Huertas estaba al día en todo lo que pasaba
a su alrededor. Si la memoria no me falla, también
coincidimos en unas jornadas sobre la prensa de barrio
que se celebraron en Horta. |
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¿Cómo lo veía usted,
periodísticamente hablando? |
En el número 101 de La Veu
del Carrer, dedicado a Huertas, hay un artículo
mío que titulé «El periodista feliç
a la peixera». Él tenía una necesidad
biológica de hacer periodismo. Necesitaba estar
en la redacción. De hecho, dejó muy buenos
trabajos para poder ser periodista. Todo esto lo pude
ver y vivir cuando coincidimos en el Diari de Barcelona,
en 1989. Huertas estaba formando el equipo de redacción
del diario. A mí ya me había pedido artículos,
para ver si me seleccionaba o no. Al parecer, le convencí,
pero me coincidió con el servicio militar y lo
tuvimos que aplazar para cuando volviera. Para él,
el periodismo era casi un sacerdocio, por la pasión
y la dedicación con que se lo tomaba. |
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¿Cómo era su forma
de trabajar? |
Por un lado, era lo que hacía.
Por el otro, cómo lo hacía. Escribía
mucho «de calle». Rehuía el periodismo
de despacho. Si había algo que estaba a punto de
pasar, te enviaba. Decía que no se puede escribir
de algo sin haber estado ahí. Y, estilísticamente,
era muy ágil, y tan sincero que acabó teniendo
más de un problema y más de un enemigo.
El factor humano era uno de los ejes de su tarea periodística.
A menudo me decía que su maestro, Ibàñez
Escofet, mantenía que el periodista debía
tener tres cualidades: inquietud universal, humildad y
voluntad de estilo periodístico. |
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«Rechazaba el
periodismo de despacho. Si algo estaba a punto
de pasar, te enviaba. Decía que no se puede
escribir de algo sin haber ido» |
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Y, ¿cómo era su
relación con los que le rodeaban en el trabajo? |
Siempre creaba microclimas, algo
que no veo en demasiados periodistas. Quería transmitir
sus intereses y su manera de hacer las cosas. De comprobarlas
y de hacerlas. Los microclimas los generaba gracias a
su generosidad. Si necesitabas algo, te lo daba, ya fuese
un teléfono o una información. Además,
se interesaba mucho por lo que hacías y te ayudaba
a orientarte. |
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Tras coincidir en el Diari
de Barcelona, volvieron a trabajar juntos... |
Me llamó en el año
1991. Huertas estaba remodelando la sección de
Cultura de El Periódico. Me pidió
si me podía incorporar. Acepté y ahí
estuve hasta que lo «prejubilaron». Después,
Huertas se repartió entre La Vanguardia
y el Col·legi de Periodistes. Tuve la suerte
de formar parte de su círculo íntimo y,
aunque la parte del Col·legi la desconozco, sé
que continuaba tan activo como sólo él
podía estarlo. Mira si manteníamos contacto
que comí con él pocos días antes
de su muerte. |
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Con su muerte, la ciudad perdió
una gran persona y su cronista... |
Esta afirmación quizás
es muy altisonante, pero Barcelona perdió, según
palabras de Ibàñez Escofet, a su mejor reportero.
O, por lo menos, uno de los últimos estandartes
de un periodismo que se está perdiendo. Hoy, el
periodismo que hacía Huertas, es un género
maltratado. Con su muerte, se perdió, si se me
permite la licencia, la voz de ‘Pepito Grillo’.
Aquella forma de hacer periodismo ya no volverá.
Se veía venir en los años 80, cuando los
valores de entonces iban a la baja. Él se dio cuenta
de que el periodismo perdía sus valores tradicionales. |
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«Ahora, el periodismo
de Huertas es un género maltratado. Con
su muerte, se perdió la voz de ‘Pepito
Grillo’» |
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Así como Huertas solía
preguntar a los demás si eran felices, ¿cree
que él lo era? |
Como él decía,
«ama y haz lo que quieras». Es lo que hacía
y, desde este punto de vista, creo que fue feliz. Sobre
todo con respecto a su familia, en especial a su hijo
y a su nieta. Estaba más contento que unas castañuelas.
Y, además, tenía muchos amigos. Y unos cuantos,
por no decir bastantes, muy buenos. Esto quedó
claro en el día de su entierro. Aun así,
no dejaba de ser un personaje contradictorio, incómodo
para algunas de las estructuras periodísticas establecidas.
Muchos directores recibían llamadas de personas
que se quejaban por los artículos de Huertas. Aún
así, nunca perdió la felicidad. |
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¿Cree que no volveremos
a disfrutar del periodismo tal y como lo entendía
Huertas? |
Hombre, es complicado. Él
no quería convertirse en una estatua en el cementerio
del paso del tiempo. Lo que Huertas hacía es de
una modernidad evidente. No sé si ahora se está
practicando, pero es obvio que algo ha quedado. Lo que
no sé es cuánta gente está dispuesta
a volver a practicar ese tipo de periodismo. Tengo la
esperanza de que en el futuro todavía haya quien
lo haga. |
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