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Huertas y los barrios |
Andrés Naya: «El
Ayuntamiento lo quería más bien poco»
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Néstor Bogajo
Miriam Gifre |
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Andrés Naya forma
parte del Consejo de dirección de La Veu del
Carrer, publicación local barcelonesa en la
que Huertas colaboró desde su creación,
en 1991, hasta el momento de su muerte. También
fue vicepresidente de la Federació d’Associacions
de Veïns i Veïnes de Barcelona, la FAVB, donde
vivió de cerca el activismo de Huertas en defensa
de los barrios de la ciudad. Siempre que tiene ocasión,
recuerda que Huertas «nunca decía que no». |
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En la universidad se estudia a Huertas
como paradigma del periodismo de barrio... |
Huertas es un símbolo de un tipo
de periodismo que, desgraciadamente, está desapareciendo.
Un periodismo que entendía que la noticia se debe
explicar a partir de lo que se ve. Que es necesario patearse
los barrios, hablar con los interlocutores, con los afectados.
Que se ha de estar, en definitiva, donde se construye
la noticia para dar voz a los que no la tienen. Y no basta
con explicar lo que sucede: también hay que explicar
por qué sucede, aportando, así, suficientes
elementos de juicio. Esto creó escuela. En los
años 80, en Barcelona, había una serie de
periodistas que seguían esta filosofía.
Gente como Jaume Fabre, Eugenio Madueño, Maria
Favà, Juanjo Caballero... |
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¿Qué problemas urbanos
le preocupaban más? |
A Huertas le llamaba la atención
todo lo que afectaba, de una manera directa, al vecindario.
Y le atraían, sobre todo, los problemas de los
sectores más deprimidos, más golpeados de
la sociedad. Huertas, que era un especialista en la Barcelona
de los barrios, era también, y por encima de todo,
un superespecialista en la Barcelona periférica,
la de los barrios de los trabajadores. Era muy sensible
a las desigualdades y a la injusticia, y esto, en la ciudad,
se concreta en las barriadas, en los distritos. Sin embargo,
él abordaba estos asuntos sin abandonar el concepto
de ciudad-global, de ciudad-comunidad,
que también defendió en muchos de sus libros. |
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«Huertas es un
símbolo de un tipo de periodismo que, desgraciadamente,
está desapareciendo. Es necesario patearse
los barrios» |
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De toda la producción de
Huertas, ¿recuerda algún trabajo que destacase
por su repercusión? |
Muchos. Por ejemplo, en uno de
sus libros, dio a conocer que Ciutat Meridiana, un barrio
donde viven unas 15.000 o 20.000 personas, se construyó
en unos terrenos considerados no aptos para acoger un
cementerio. Había demasiada humedad para los muertos,
pero no para los vivos. Así que se construyeron
casas para 18.000 personas, unas casas que al cabo de
dos meses estaban llenas de grietas y manchas de humedad.
La inmobiliaria que hizo aquel barrio estaba presidida
por Juan Antonio Samaranch, uno de los popes de la Barcelona
franquista y, luego, de la Barcelona olímpica.
Huertas siempre llegaba al fondo de la cuestión.
No tenía pelos en la lengua. |
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Y, a menudo, le tocó hacerlo
bajo el yugo de la censura... |
Sí. Después de
Paco Candel, Huertas fue de las personas más censuradas.
Tanto por las empresas, como por las instituciones. Su
historia de Nou Barris se pasó un año entero
metida en un cajón. No se publicaba porque era
demasiado dura: daba demasiado protagonismo a la lucha
de la gente por conseguir ciertas mejoras. Al final, el
Ayuntamiento le permitió publicarla si añadía
un capítulo más, con fotografías
de las mejoras hechas por el consistorio. Algo infantil
y un poco triste. Primero no quería publicarla,
pero, luego, me decía: «Andrés, me
ha costado mucho trabajo escribirla y no hay ningún
otro libro que globalice la historia del barrio».
Por eso la publicó. |
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«Ahora, ni hay
tiempo ni se estimula
la práctica de un periodismo activo.
Se informa según lo que cuentan los gabinetes
de prensa. La noticia no se contrasta, no se trabaja» |
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¿Cómo era la relación
entre Huertas y el Ayuntamiento de Barcelona? |
Huertas no escondía que
sentía el socialismo. Incluso militó en
el PSC. Pero, a la hora de la verdad, siempre terminaba
diciendo lo que pensaba. En el Ayuntamiento lo querían
más bien poco. No era santo de su devoción.
Y es que Huertas no es sólo el Huertas del antifranquismo:
es también el Huertas crítico con el Ayuntamiento
democrático. Le cantó las cuarenta a todos
los alcaldes. No se prestaba a escribir libros de agitación
o propaganda electoral. Él hacía su libro,
lo asumía y lo firmaba. Por eso, a veces, sus trabajos
sorprenden. Dices: «lo edita el Ayuntamiento, ¡y
le está dando caña!». De una manera
equilibrada, razonable, sí. Pero siempre diciendo
lo que pensaba. |
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Hablemos de La Veu del Carrer.
¿Qué destacaría de la labor de Huertas
en la publicación? |
Cuando le propusimos recuperar
un espacio para la crítica, Huertas se enamoró
de la publicación. Su presencia fue constante a
lo largo de 15 años, no sólo con sus artículos,
sino también con su apoyo, sus orientaciones para
abordar ciertos temas, sus contactos... Además,
Huertas no sólo colaboraba en todo lo que le pedías,
sino que, muchas veces, era él quien tomaba la
iniciativa. No fue un colaborador más. Él
valoraba mucho a La Veu del Carrer. Valoraba
realmente la prensa de barrio, la prensa pobre. Tenía
una de las colecciones más completas de prensa
de barrio de Barcelona. |
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En la actualidad, ¿cuál
es la salud de esa prensa de barrio barcelonesa? |
No tiene la fuerza que tenía
en los años 80. La prensa es la expresión
del movimiento vecinal y, hoy, éste es más
desigual. En Barcelona, hay 100 asociaciones y 70 tienen
una publicación estable. Suelen ser publicaciones
de barrio, boletines. No es una prensa que analice, que
dé perspectivas, que plantee protestas, que defienda
planes, que se enfrente a agresiones, a moobings
o a ciertas prácticas políticas nefastas.
Se limita a cumplir su papel informativo, de convocatoria.
De todas esas publicaciones, hay media docena que sí
se preguntan el porqué de las cosas. Y hay dos
o tres que tratan toda esa información desde un
punto de vista de ciudad, global. |
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«Ante la crisis,
Huertas estaría interesado en los sectores
que
se van a llevar la peor parte» |
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En los medios generalistas, la
información local tampoco se trata como antes... |
Ahora, ni hay tiempo ni se estimula
la práctica de un periodismo activo. Se informa
según lo que cuentan los gabinetes de prensa. La
noticia no se contrasta, no se trabaja. Por ejemplo, cuando
se inaugure la nueva Plaza de Las Arenas, en Plaza de
España, se informará en función de
lo que difunda el Ayuntamiento o la constructora. El periodista
no irá ahí, y no verá que, junto
al centro, han construido un bloque de pisos que entierra
en vida a una serie de vecinos. La noticia se limitará
a exponer que la nueva Plaza de Las Arenas tendrá
tantos metros cuadrados, tantas tiendas, tantas dependencias...
No explicará, también, cómo repercute
el proyecto en la barriada y en los vecinos. |
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La relación entre Huertas
y la realidad de los barrios iba más allá
de lo profesional, ¿no? |
Huertas, en su barrio, el Poblenou,
era un vecino muy activo. Fue fundador de la Associació
de Veïns i Veïnes del Poblenou, del Archivo
Histórico y de una cooperativa llamada Flor de
Maig. Él entendía que los barrios debían
ser activos. Que sus habitantes no debían limitarse
a vivir en sus casas o, ahora, en democracia, a ir votar
cada cuatro años. Los vecinos, según Huertas,
tenían que intervenir en la construcción
de la ciudad. Últimamente, daba clases de catalán
a inmigrantes, en una experiencia también de barrio. |
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De los problemas que hoy padece
la ciudad, ¿qué le quitaría el sueño
a Huertas? |
Creo que estaría trabajando
en los temas más novedosos. Ahora, por ejemplo,
ante la crisis, –que nadie sabe por qué viene
ni cuánto va a durar–, Huertas estaría
interesado en los sectores que se van a llevar la peor
parte. También estaría muy preocupado por
el proyecto «Barça 2000», con el que
se pretende seguir especulando. O le preocuparían
cosas como que no se unan los dos tranvías en Glòries.
Que queden separados por cuestiones puramente técnicas.
Hoy Huertas trabajaría en los temas de siempre,
atendiendo, eso sí, a los problemas de los más
desfavorecidos. |
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