Comentario a «Generoso mancebo», por José María Micó

A principios de 1626 se concedió el cardenalato a don Enrique de Guzmán y Haro, sobrino del privado de Felipe IV. No hay duda de que Olivares intervino en el asunto con menos suavidad de la que dice poéticamente Góngora en el verso 63 (cfr. ahora J. H. Elliott, The Count-Duke of Olivares. The Statesman in an Age of Decline, New Haven y Londres, 1986, págs. 138 y 275). «Hizo don Luis esta silva estando malo de la enfermedad [de] que murió» (nota de Chacón). El joven don Enrique fue uno de los testamentarios del poeta, y de entre los versos que quedaron en su poder copió Manuel de Faría y Sousa el manuscrito F (cfr. Millé, apéndice III, con la nota correspondiente).

Creo que la información, admitida generalmente, de que la silva está inacabada procede de un error del ms. Ch, en el que por descuido se copió al margen una noticia que corresponde en realidad a la silva fúnebre «Perdona el remo...» (de ahí que se repitiese literalmente en el lugar correcto): «No pasó adelante con esta égloga». Para empezar, lo que sigue no es una égloga; y además, difícilmente podrá hallarse un remate más adecuado al panegírico de un cardenal que el tópico vaticinio del verso 80.

Entre las variantes, sólo merecen mención las de los versos 22, 42 y 51, donde no acierto a ver la mano del poeta. Nótese en el v. 12 la trivialización de F y la variante marginal de P que deshace la rima.

Como en la silva «Perdona el remo...», los heptasílabos son aproximadamente una cuarta parte del total (veintiuno), proporción semejante a la de las Soledades. El verso 38 queda suelto. En casi todos los testimonios manuscritos o impresos se advierten visualmente dos partes en el poema (versos 1-52 y 53-80), sin duda porque hay entre ellas diferencias de contenido y estilo que pueden notarse también en la métrica: en la parte final, más sencilla y menos elaborada, no se usan nunca consonancias que afecten a más de dos versos, no hay separaciones importantes entre las rimas y se tiende al pareado.