Comentario a «Por este culto bien nacido prado», por José María Micó

En el manuscrito Chacón se puso título al poema («Para un Libro de Torres de Prado»), y se aventuró la siguiente explicación marginal: «Todo lo que en esta Silva trata de las flores de las maravillas es alusivo y alegórico al título o materia del libro de Torres de Prado». La indeterminación del epígrafe y la duda del margen («título o  materia») muestran que el compilador no sabía en realidad de qué libro se trataba, despistado sin duda por el carácter «alusivo y alegórico» de la composición y por la falsa clave de los primeros versos (prado, torres). El ms. N, que fue corregido y completado a la vista de alguno de los modelos de Ch, aún llevó más lejos la conjetura: «Silva para el principio de un libro de Torres de Prado, intitulado Maravillas de España, a lo que entiendo». Pero ni ese autor ni ese libro han existido nunca.

Salcedo, Angulo y Nicolás Antonio (más o menos explícitamente) coinciden y aciertan al entender que «el argumento desta [silva] es el mesmo [con algún matiz, añadiría yo] del soneto... en que se celebra los poetas que asistían en Ayamonte [«Cisnes de Guadïana, a sus riberas» (M 290)]; supone que Apolo y las Musas dejaron el monte Parnaso por su hermoso prado, libando como abejas las flores de los ingenios que en él había» (SC, aunque duda un poco al comentar los versos 36-37).

Hemos visto que Chacón no acierta el sentido del poema, pero ¿yerra también en la fecha? Los poemas del ciclo de Ayamonte son de 1606 y 1607 (cfr. la nota preliminar a la canción «Verde el cabello undoso»), aunque nada nos obliga a pensar que la silva se escribió también en esos años, y lo más seguro es que, como indica el epígrafe de P, el destinatario fuese el joven marqués don Francisco Manuel de Zúñiga, hijo del ya difunto don Francisco de Guzmán. Ello muestra que don Luis no fue tan ingrato u olvidadizo cono dijo D. Alonso («Un soneto mal atribuido a Góngora», en Obras completas, V, pág. 477).

Nuestros conocimientos sobre los orígenes de la silva métrica no nos ayudan demasiado, pero yo tengo la impresión de que 1612 es mejor momento que 1606 ó 1607, fechas quizá demasiado tempranas (véase T. Navarro Tomás, Métrica española, § 158; E. Asensio, «Un Quevedo incógnito. Las "silvas"», en Edad de Oro, II [1983], pág. 25, y A. Alatorre, «Quevedo: de la silva al ovillejo», en Homenaje a Eugenio Asensio, Madrid, 1988, pág. 23). Se trata en todo caso de la primera silva de Góngora y la única anterior a las Soledades.

No hay variantes de autor, y abundan como siempre los errores, trivializaciones y disensiones ortográficas. Corrijo el leísmo del v. 2.

 

No hay versos sueltos, y sólo dos de las treinta consonancias afectan a más de dos líneas (1:6:7 y 42:43:46). Diéresis en Guadïana (3, como en «Cisnes de Guadïana...» [M 290]); aspiración de la h en le hurtó (52). En comparación con las otras silvas (incluidas las Soledades), la proporción de heptasílabos es muy alta (veintisiete, frente a treinta y cinco endecasílabos: casi un cincuenta por ciento).