Comentario a «Tenía Mari Nuño una gallina», por José María Micó
Lo más probable es que esta canción satírica se escribiese durante la estancia en Toledo con motivo del certamen por la traslación de la Virgen del Sagrario, porque, igual que otros poemas de 1616, contiene una alusión a la ciudad del Tajo (cfr. v. 45, y las notas preliminares del madrigal «Tres víolas del cielo» y a las octavas, «Era la noche, en vez del manto obscuro»). Góngora, consagrado como poeta satírico desde su juventud, engarza en el hilo temático de la codicia, el interés y el poder del dinero algunos de los tipos más característicos de la «sátira de estados», huéspedes de honor en muchas de sus letrillas (véase en especial R. Jammes, págs. 64-67 [80-84]: la vieja avara, la mujer liviana e interesada, los letrados, los escribanos, los médicos y los boticarios.
En la Edad de Oro no son muy frecuentes las estancias con pareados en disposición fija, pero se revelaron como especialmente apropiadas para la poesía satírica. Quevedo usó el pareado en unas cuantas composiciones en métrica italiana, algunas de fecha muy temprana y publicadas en las Flores de poetas ilustres de Pedro Espinosa (cfr. los núms. 620, 621, 623, 625, 626, 628, 629 y 635). También Juan de Salinas recurrió al mismo cauce métrico en varios poemas de tono y temática afines (sobre los devotos de monjas o el tomar de las mujeres, por ejemplo: Poesías humanas, núms. 42, 80, 83 y 279). Con el tiempo, el pareado dejó de disponerse en estrofas fijas y dio lugar a la silva de consonantes, apta ya para otros temas y usada sobre todo en el teatro. Vid. ahora A. Alatorre, «Quevedo: de la silva al ovillejo», en Homenaje a Eugenio Asensio, Madrid, 1988, págs. 19-31.
Por la famosa lista de los «Autores ilustres y célebres que han comentado, apoyado, loado y citado las poesías de don Luis de Góngora» (B. N. M. ms. 3893, fols. 18r-19v) sabemos que «D. Diego de Pisa Ventimilla le comentó a Marinuño» (ed. H. A. Ryan, «Una biografía gongorina del siglo XVII», pág. 429), pero yo no sé dónde anda ese comentario.
Los testimonios que recogen este poema satírico abundan en errores y trivializaciones. Las únicas variantes que merecen reflexión son una alteración del orden sintáctico (8), la incomprensión de una irónica lítotes (31) y, sobre todo, la variación antitética del v. 37: la fórmula A, si no B, es característica del estilo de don Luis y puede, por tanto, mantenerse el texto de Ch, pero quizá la negación explícita de G, P y R haga mejor sentido.
Canción A a B b C c d D.
En el último pareado se invierte el orden para cerrar la estancia con un endecasílabo, de modo que las estrofas no son tan «imperceptibles para el oído» como opina A. Alatorre (art. cit., pág. 28); diéresis en süave, v. 5.