Comentario a «Suene la trompa bélica», por José María Micó
En 1580 dos traductores y dos universidades corrían para ser los primeros en publicar una traducción castellana de Os Lusíadas. Alcalá y Salamanca reclamaron con urgencia los versos laudatorios de sus mejores ingenios con la intención de vestir adecuadamente las traducciones del portugués Benito Caldera y del sevillano Luis Gómez de Tapia. Uno de los poetas escogidos para elogiar a Tapia fue Luis de Góngora, matriculado en aquel su último curso salmantino entre los estudiantes «generosos» ('nobles y pudientes': cfr. M. Artigas, pág. 32) y ya célebre a fuerza de versos y donaires. El encargo era sin duda tan honroso como apremiante, de manera que Góngora se decidió por el estilo heroico y por el artificio de los sdruccioli, muy en boga entonces. Creo además que tuvo en cuenta dos curiosas y famosas canciones esdrújulas (de Cairasco de Figueroa, quizá con la colaboración de Dueñas: cfr. BAE, XLII, págs. 498-499), de las que tomó seguramente, además de la estrofa, algunas rimas e incluso algún que otro sintagma revelador. Basten las coincidencias siguientes: árabes : alárabes; Castálida : inválida; etíope : Calíope; árboles : mármoles; Atlántico : cántico; ánimo : pusilánimo; lícito : solícito; cálamo : tálamo; furor armígero : belígero; del árbol odorífero : os coronó en planeta más lucífero; hórrida : tórrida; y al que en dorado tálamo : iba por el Zodíaco... Góngora paga tributo a una moda, y a ello le obligaron en parte las prisas por adelantarse a la traducción de Caldera, que de todos modos apareció antes que la de Tapia; adviértase además que los pasajes de Os Lusíadas recordados en el poema pertenecen a una sección del último canto (X, xii-xlvii). Prácticamente todos los cultismos del poema son proparoxítonos en rima (muchos de ellos en dependencia directa de Cairasco), y no me parecen muy adecuados para advertir el anticipo de los modos poéticos de las Soledades. Yo veo mejor al Góngora de los llamados «poemas mayores» en otras composiciones de 1580, como el romance «Ciego que apuntas y atinas» (mezcla de registros estilísticos, falso autobiografismo, desengaño amoroso, hábiles conceptos...). Con todo, la canción gongorina de 1580 es la muestra más digna de aquella desdichada moda poética de los esdrújulos. Véase mi ensayito «Góngora a los diecinueve años», en Criticón, 49 (1990), y en La fragua de las «Soledades», págs. 13-32.
El texto más cercano a la composición del poema (y a la voluntad del poeta) es el impreso de 1580; Ch no deriva de él y recoge las deturpaciones de otros testimonios manuscritos. Aparte las variantes de los versos 3, 40 y 43 (anacolutos o erratas nada extrañas, por otro lado), Lus se muestra claramente superior a las demás fuentes: invidia es una trivialización de India (17), y el lecho de Ch, por más que el poeta hable de un pecado de lujuria, parece tener su origen en una duplografía. D. Alonso siguió el texto de Ch en Góngora y el «Polifemo», pero en un trabajo posterior sobre «La recepción de Os Lusíadas en España» dejó constancia de su preferencia por Lus (Obras completas, III, págs. 31-34). En el verso 43, estoicos EIK evita la rima imperfecta, aunque no hay ninguna necesidad de ver en esa variante la mano de Góngora, y creo que sucede lo mismo con los versos 6 («encumbrar sobre» es mejor, por más ponderativo, que «encumbrar entre») y 19. En todo caso, lo más sensato es atenerse a Lus evitando sus escasos deslices. En el v. 8, numeroso P parece una lectio difficilior, pero yo no estoy seguro de que sea auténtica: numeroso ('cadencioso') sería idóneo para cántico si el poeta se refiriese a la traducción, pero lo que hace es pedir que la obra de Tapia sea celebrada admirativa y amorosamente. Desde Lus, todos los testimonios dicen ahí amoroso, y es posible que Angulo se pasase de listo como en otras ocasiones.
Canción a b C, a b C : c d e e D f F.
Es uno de los esquemas típicos de la canción petrarquista (desde la célebre «Chiare fresche e dolci acque», Canzionere, CXXVII: piedi (abC abC), chiave (c) y sirima (deeDfF). Con o sin envío, la usaron casi todos los poetas españoles del Siglo de Oro, entre ellos Garcilaso, Montemayor, Herrera, Francisco de la Torre, Figueroa, Valdivieso, Lupercio Leonardo o Lope de Vega (véase E. Segura Covarsí, La canción petrarquista en la lírica española del Siglo de Oro, Madrid, 1949). En los casos anteriores a 1580 (quizá con la única excepción, decisiva, de Cairasco) se usó siempre en poemas amorosos y de ambiente pastoril; Góngora, en cambio, le da altura épica. Abundan en las rimas los «falsos esdrújulos» que calcan la acentuación latina, según explicaron sabiamente J. Millé (Estudios de literatura española, págs. 265-269) y D. Alonso (Góngora y el «Polifemo», I, pág. 100); sin duda, sirvieron como intermediarios los sdruccioli de Italia. Las rimas relajadas o imperfectas de los versos 14:17, 40:43 (evitada en algunos mss.) y 48:49 aprovechan una licencia admitida y frecuente en estas composiciones.
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