Biografia de la publicació
Oriflama
fue una revista para jóvenes escrita en
catalán auspiciada por el obispado de Vic que se
editó entre
los años 1961 y 1977. En sus inicios, la publicación
no era más que una separata de la revista diocesana
Casal dedicada a los jóvenes del obispado que eran
llamados a filas, y hacia el año 1966, tomó la
forma de revista generalista con un número de páginas
que oscilaba entre las 42 y las 60. Oriflama llegó a
tener una tirada de más de 10.000 ejemplares a finales
de los sesenta. La revista tenía como secciones
fijas: política (española y catalana), enseñanza,
televisión, libros, cartas de los lectores y editorial.
No obstante, las secciones fueron mutando durante el tiempo
en que se editó la revista e incluso algunas de
ellas desaparecían para volver a aparecer en números
posteriores. Los rediseños de Oriflama también
provocaron ciertos cambios pero las secciones antes citadas
siempre fueron fieles al lector.
En los primeros años de la revista como tal, los temas
culturales ejercían un papel central. La nova cançó y
los movimientos culturales y artísticos del exterior
ocupaban buena parte de las páginas de la revista.
Con el tiempo, a medida que se acercaba el fin del régimen
franquista, la revista fue abriendo sus páginas a
la política, que acabaría ocupando la mayoría
de su espacio. Oriflama padeció frecuentemente la
censura franquista ya fuera en forma de multas, censuras
o secuestros de algunas ediciones por sus atrevidos contenidos
políticos. Los problemas económicos también
amenazaron continuamente su superviviencia y por ello la
revista cambió de manos varias veces. Primero fue
un grupo dirigido por Jordi Pujol quien se hizo cargo de
ella para evitar su desaparición; más tarde
fue otro político, Antón Cañellas, quien
intentó salvarla aunque su intento de reflotarla
acabó por provocar su desaparición.
Oriflama constituyó una excelente cantera de periodistas
a juzgar por las carreras posteriores de los colaboradores
que pasaron por ella: Josep M. Huertas, Montserrat Roig,
Jaume Fabre, Josep Martí Gómez, Xavier Sardà, Tatxo Benet,
Miquel Martí i Pol, entre otros. La línea política
de Oriflama encaja dentro del catalanismo progresista, aunque
el obispado de Vic pretendiera acentuar el carácter
evangélico de la publicación, lo que provocó la
ruptura con la redacción y el traspaso de la revista
a Pujol y posteriormente a Cañellas, que intentaron
convertir Oriflama en un instrumento para sus fines políticos
personales, lo que acabó con la pretendida pluralidad
de la revista y finalmente con su propia existencia. El primer
director fue mossèn Joan Cortés pero tuvo que
dejar el cargo a Josep Maria Huertas por culpa de la Ley
de Prensa de 1966 que obligaba a las publicaciones a tener
un responsable periodista con carné. Los últimos
directores fueron Antoni Pons i Antoni Plaja. Montserrat
Roig solamente colaboró en dos números de la
revista, en febrero y abril de 1972, con dos reportajes-entrevista:
uno dedicado a Antoni Tàpies y el otro a su admirada
Mercè Rodoreda.