Autor:
VALIGNANO, Alessandro |
Localización
y transcripción: Manel Ollé Rodríguez |
Relación del grande Reyno de la China, y de sus calidades, embiada por el
Pe Alexandro Valiñano, Visitador de Japón y de la India, de la Compañía de
Jesús, en el año de 1584
Del grande reyno de la China y de sus qualidades
El
reyno de la China es tan diferente de todos los demás reynos y naciones que
hay en todo este Oriente, assí en la quaIidad de la gente y sus costumbres,
como en la qualidad y fertilidad de la tierra, que no tiene quasi nenguna
semejança con los otros, mas a todos excede; y es la cosa más principal y
más rica que hay en todo el Oriente ; y paréscese mucho en algunas cosas con
la riqueza y hartura de nuestra Europa, y en muchas le excede: y aunque conviene
con los japones quanto a la blancura, filosomya de rostro, y delicadeza de
entendimiento, en todo lo demás son muy diferentes, quanto a la qualidad de
la tierra, naturalezas, costumbres y modo de vivir, que paresce estudiaron
de propósito los unos y los otros en cómo no se conformar en nenguna cosa,
antes cómo ser en todo contrarios.
Es
toda esta gente blanca y de grande ingenio, y tiene las facciones del rostro
muy diferentes de los de Europa ; porque tienen los ojos muy pequeños, y las
narizes muy sumidas y llanas, de manera que quasi solamente la punta dellas
les sale de fuera.
Quanto
al clyma es de la qualidad de nuestra Europa porque está de los veinte y dos
hasta los quarenta y siete o quarenta y ocho grados del norte, conforme a
lo que hasta. agora por sus libros y informaciones pude entender, y tiene
en sí, unas qualidades maravillosas y muy nobles, por las quales lleba la
ventaja a muchas provincias, y a nenguna es inferior. La Iª. es, que es el
mayor reyno que, hay en todo lo descubierto baxo un mismo rey; porque conforme
a lo que hallé en sus libros, y entendí por otras diversas informaciones y
conjecturas, es más de quatrocientas leguas de largo de norte a sul, y más
de trescientas de ancho del este a oeste; y por la parte del norte, conforme
a lo que los chinas escriben y dizen, confinan con los tártaros, con quien
tienen muy grande y cruda guerra, aunque a vezes tienen treguas entre sí y
tratan los unos con los otros. Para defenderse de los dichos tártáros hizieron
en sus confines un muro muy gruesso de in- creyble circuito de poco más o
menos trescientas leguas; porque como se vee en sus mapas y ellos lo dizen,
cerca la China toda por aquella parte.
Está
toda la China repartida en quinze provincias muy grandes, cada una de las
quales puede ser un buen reyno, assí por la grandeza de la tierra que cada
provincia posee, cómo por el número de sus villas y ciudades y de sus rentas.
Destas
provincias las dos, que son Paquín y Nanquin, se llaman cortes, porque en
Paquín, que es cerca de lós confines de los tártaros, está de muchos años
a esta parte el rey con su corte y, Nanquín, que está en medio de la China,
aunque más llegada a la parte del mar, es también ciudad real, donde estava
primero el rey con su corte, y agora tiene otros oficiales muy grandes en
su lugar: y de tal manera están repartidas estas provincias, que las siete
de ellas tienen correspondencia con el consejo real de una corte, y las otras
siete dependen del de la otra.
La,
2ª qualidad es que es la más poblada tierra que hay en todo el mundo, conforme
a 1o que paresce ; porque cada provincia destas quinze tiene en sí muchas
villas y ciudades, y otras maneras de poblaciones tan grandes y tan pobladas;
que es cosa d'espanto; y demás destas, que son todas cercanas, tiene innumerables
aldeas, de las quales muchas son tan grandes, que bien pudieran en Europa
ser tenidas por villas y ciudades ; y lo que más es de maravillar es que stán
todas tan habitadas, que con tener sus calles y traviesas muy largas y derechas,
están siempre tan llenas de gente, que paresce que no caben: y lo que más
es, que no paresce menos poblada en el agua que en la tierra, porque toda
la China está cortada de muy grandes y hermosos ríos, en la qual hay infinitas
embarcaciones que sirven de casas, donde vive infinidad de gente de noche
y de día con sus familias.
Aunque
estos chinas tienen diferentes maneras de poblaciones, que se distinguen por
sus preminencias y dignidades y oficiales que tienen, las que son cercadas
se reduzen a cinco suertes. La Iª es de unas, que ellos llaman Fuu, que comúnmente
son ciudades tan grandes como las mayores nuestras de Europa ; y destas tiene
cada provincia ocho, diez, o doze más y menos, de las quales cada una tiene
su jurisdicción sobre tantas villas ; y en cada provincia hay una destas más
principal, en que reside un governador, que ellos llaman Tután con su corte
y consejo real, que es cabeça de toda la provincia. De manera que destas ciudades
grandes, que llaman Fuu, están repartidas por estas quinze provincias más
de ciento y cinqüenta dellas, como yo saqué en limpio por sus libros, em que
tienen ellos distinctamente en sí todas las cosas de la China.
La
2ª manera de lugares son llamados dellos Cheu, que son otras ciudades poco
menores que las Ias, que, como está dicho, se diferencian dellas por la qualidad
del govierno y sus dignidades, y destas hay repartidas en las dichas provincias
más de otras ciento y cinqüenta.
La
3ª suerte de lugares llaman ellos Hien, que propriamente responden a las villas
de España, aunque comúnmente son estas tan grandes como las nuestras mayores
villas, que también están muy bien. cercadas y parescen ciudades grandes,
y destas hay más de mil y ciento y veinte repartidas por las io mesmas provincias.
La
4ª manera de poblaciones es de las que ellos llaman Huy, que son propriamente
lugares de guarniciones, porque el cuerpo de la gente que en ellas está es
de sus soldados; mas porque son naturales de ally, y viven con sus casas y
mugeres, y hay en ellas diversos oficiales y mercaderes, que son neccessarios
para sustentación de los mesmos lugares, vienen a ser tan grandes como villas,
y destas hay repartidas en las dichas provincias quatrocentas y noventa y
tres.
La
5ª es otros lugares también de guarnición más pequeños, y destos hay muy grande
quantidad, que conforme a la cuenta de sus libros llegan a número de dos mil
y quinientas y noventa y tres; mas por quanto la mayor parte destas están
metidas en las dichas ciudades y villas para su guarda, no hazen tantos lugares
distinctos como el número que ellos cuentan.
Demás
de todas éstas, en cada provincia hay innumerables aldeas, que, por ser tantas,
no ponen en sus libro[s] número dellas, las quales tienen su correspondencia
a las dichas villas, en cuyo territorio y jurisdicción están, y conforme a
lo que yo vi en la descripción que ellos hazen en sus libros, aunque ellos
cuentan los vezinos de otra manera diferente de la que nosotros contamos en
Europa, porque ellos no cuentan todos los vezinos sino unos tantos de cada
familia, que comúnmente de diez que son no cuentan quatro ni tres, y aun en
esta cuenta no entran ni los soldados de las guarniciones, ni los captivos
del rey, que es un número muy grande, todavía de la manera que ellos los cuentan
hallé que pasan destos vezinos mas de sesenta millones y doscientos y cinqüenta
y tantos mil; y de aquí se puede entender quán grande es el número de la gente
y quán pobladas son las ciudades y tierras de la China.
La
3ª qualidad es que es el más fértil y bastecido reyno de quantos hay en todo
el mundo; porque con ser la tierra tan grande y tan habitada, y ser los chinas
de suyo más comedores que los nuestros de Europa, es tan abundante de todas
las cosas, que parece que no se puede dessear más ; porque están las calles
llenas de mesones y bodegones con grande número de aves, gallinas, vacas,
puercos, y de todas las demás suertes de carnes y pescados y de otras cosas
de comer, en tanta abundancia, que paresce impossible comerse cada día lo
que se come, ni hallarse copia que baste para dar de comer a tanta gente tan
voraz y tragadora, como son los chinas ; mas es tan fértil tierra, que provee
a todo; porque en ella se halla muy grande copia de t rigo, cebada, arroz,
mijo, garvanços y otros géneros de legumbres que hay en Europa, y mucha quantidad
de hortaliza, como berças, lechugas, rábanos, nabos, espinacas y otra verdura
semejante.
Hay
también mucha abundancia de fructas, como melones, peras, mançanas, duraznos,
nuezes, castañas, y naranjas, las mejores del mundo, y también uvas en algunas
partes, aunque no hazen vino dellas, y muchos piñones, y otras fructas semejantes
que se hallan en nuestra Europa, y otras que son o de la India, o proprias
y particulares de aquel reyno, muy buenas.
Hay
también muchos animales domésticos y sylvestres, como bueyes, vacas, infinidad
de puercos, de que los chinas son grandes comedores.
También
hay muchos animales de monteria, como liebres, venados, puercos javalines,
gacelas y otros semejantes, y muchas yeguas y caballos, los quales comúrnmente
son pequeños, mas fuertes y andadores, especialmente por la tierra adentro,
donde todas las cosas se hallan mejores que en la costa de mar. Assimesmo
hay mucha quantidad de aves mansas y bravas, y hazen grandíssima cría de gallinas,
ánsares y ánades en tanta quantidad que pone espanto, las quales sacan de
los huevos por industria de calor, sin se hazer las madres chuecas ni entender
ellas en esso.
También
hay muchas aves sylvestres, de las quales unas se hallan en Europa, otras
son proprías y particulares de la China, que son muy hermosas por la variedad
de sus, colores, y admirables por sus qualidades y figuras, y muchas dellas
muy estimadas y buenas para comer.
Pues
pescado? Hay infinito por toda la China, porque de la mar y de los ríos los
traen en agua por la tierra adentro, y assí los venden vivos. Hay mucha quantidad
de sardinas, sábalos, çollos, pánpanos, muges y otros pescados semejantes.
Y
de todas estas cosas hay tanta abundancia, que valen todas muy baratas, tanto
que excede mucho a todas las partes de Europa ; porque la gente pobre, con
no gastar cada día más que seys o ocho maravedís, come hasta hartar por la
mañana y por la tarde. También hay mucho vino, el qual para la gente común
hazen de arroz y para los más ricos y mandarines, de una fructa que llaman
lechias, que es una de las mejores y más sabrosas que hay en la China. La
4aª qualidad deste reyno es ser tan rico, que paresce que nengún otro reyno
se le yguala ; porque tiene muy grandes y ricas minas de plata y oro en diversas
partes, y también otras muchas de cobre, hyerro, plomo, estaño, y de otros
diversos metales, y muchas y muy ricas mercadurías de mucha quantidad de seda,
de pieças de diversas maneras, damascos, damasquillos, tafetanes dorados,
y otras semejantes y mucha quantidad de almizcar, aljófar, azogue, cámphora,
añil, vermellón, ruybarvo, porcelanas y infinidad de cangas, y todas las más
cosas para un reyno neccessarias ; y todo esto en tanta abundancia, que de
qualquier cosa se pueden cargar naos, si uviere plata para comprar. Pues el
tráfago de embarcaciones pequeñas y de alto bordo, que van con diversas mercadurías
de unas ciudades a otras por toda la China, es tanto, que paresce cosa increyble
el número de ellas; por donde se vée bien quán grande sea la abundancia y
riqueza deste reyno de la China; y son tan baratas todas estas mercadurías,
que, llebándolas de la China a otras partes, por lo menos doblan el dinero.
Mas
sobre todas estas cosas se echa de ver la grande riqueza deste reyno por las
rentas que tiene el rey de la China, que són tan grandes, que parece gracia
contarlas, y dificultosamente se podrán creer de los que no vieren lo que
pasa en la China, de sus rentas y grandes gastos, porque sin duda tiene este
rey más renta él solo, que todos los reyes y señores de Europa, y por ventura
aun de África juntos.
Y
para que mejor se entienda alguna cosa desto, porné aquí solamente dos maneras
de sus rentas que tiene este rey, que saqué de sus libros, por las quales
se verá alguna cosa de lo mucho que tiene este rey. La Iª es de un tributo
ordinario que le pagan los vezinos, de tres mazes por cada uno, que reduzidos
a nuestra cuenta son poco menos de medio ducado; y como estos vezinos sean,
como está dicho, sesenta millones y, docientos y cinqüenta y tantos mil, pagando
poco menos de medio ducado cada uno, montan más de treinta millones de oro.
La
2ª manera de renta es del fuero de las tierras que se paga en trigo, arroz,
seda, passas, sal y otras cosas semejantes, que, como saqué en limpio de sus
libros, saca destas quinze provincias de mantenimientos que las tierras dan
para el rey, de arroz y trigo veinte y seys millones, ochenta y cinco mil
novecientos y cinco picos y cada pico es más de un quintál nuestro, porque
en la China todo se mide a peso: y de las salinas saca doze millones, menos
dezinueve mil quatrocientos y sesenta y seys picos de seda tres mil seyscientos
y ochenta picos y tres cates de borra de seda dos mil y quatrocientos y sesenta
y cinco picos y sesenta y dos cates de piecas de tafetanes y damascos, doscientas
y cinco mil y quinientas y noventa y ocho pieças; y de piecas de borra de
seda ciento y treinta mil ochocientas y setenta pieças : y otras tres mil
y setenta y siete pieças de otra suerte de pieças de mucha estima: de algodón
dos mil y quatrocientos y sesenta y cinco picos y sesenta y dos cates de cangas,
hechas del mesmo algodón, quinientas y noventa y quatro mil y setecientas
y ochenta y ocho, y de nono (que es como lino) quatrocientas y quarenta y
dos mil y doscientas y sesenta y nueve pieças, y de paja para los caballos,
veinte y cinco millones ochocientos y cinqüenta y cinco mil novecientos y
noventa y un házes. Lo qual todo sumado por el más barato precio que vale
en la China, pasa de veinte millones de oro de nuestros ducados, de manera
que solámente estas dos rentas pasan de cinqüenta millones. Y toda esta suma
saqué muy particularmente de sus libros, en los quales se escribe menudamente
lo que paga cada provincia y cada ciudad, mas por no ser tan largo puse aqui
la suma.
Fuera
destas tiene otras muchas rentas, especialmente de los derechos de sus alfándigas,
que son tan grandes quanto se puede colegir del grande concurso que hay de
mercadurías y embarcaciones, que van cargadas de, ellas de una ciudad a otra
en toda la China en tanto número como se ha dicho, las quales todas pagan
derechos de entrada y de salida. De manera que es dicho y voz común entre
los chinas, que solamente la provincia de Cantón (en la qual tratan los portuguesses)
renta cada año a el rey tres mil picos de plata ; y según otros dizen quatro,
que reduzido a nuestra moneda los tres mil picos hazen más de siete millones
y quatrocientos mil ducados. Y assí en cada provincia hay una ciudad principal,
en la qual el rey tiene su casa de thesoro, que, conforme a lo que todos dizen,
es cosa de grandíssima estima y esto es demás de las casas de thesoro que
tiene en las cortes reales de Nanquín y Paquín, en las quales tiene tanto
número de millones de oro, como todos dizen, que excede toda fee y crédito
humano.
La
5ª qualidad deste reyno es, que parece ser la más fresca y más aplacible tierra
que se halla en el mundo, porque, aunque tiene muchos montes hermosos y frescos,
es comúnmente toda tierra llana, y toda cortada de tal manera de ríos que
abren los mandarines por fuerza de gente, haziéndolos rodear y yr por donde
quieren, que queda toda muy fértil y muy fresca, porque todos ellos se pueden
navegar; y de aquí nasce la grande abundancia que de todas las cosas tiene.
Y cierto que paresce que se esmeró la natureza en hazer una tierra tan fresca
y tan abastada, porque más parece cosa pintada que hecha por naturaleza ;
y yo mesmo no lo pudiera creer si con mucha diligencia y cuydado no uviera
hecho sacar por sus libros un mappa de toda la China, con los nombres de todas
las ciudades y villas y de los montes, y con todos los ríos y lagunas y lagos
con que está cortada, que realmente es cosa de maravilla. Y demás desto, que
es natural, ayudó mucho el arte, assí en abrir a fuerza de bragos muchos ríos,
para yr por ellos embarcaciones de una ciudad a otra, como también por la
grandeza y hermosura de las ciudades y villas, que están todas cercadas con
muros de piedra y cal, con sus torres y puertas muy bien hechas, las quales
tienen sus calles y traviessas muy derechas y anchas, y tan largas, que ordinariamente
atraviessan y cortan todos los lugares de una parte a otra, teniendo sus puertas
y portales al cabo d`ellas, que se corresponden las unas a las btras, y las
hazen muy hermosas: y los oficiales están de tal manera repartidos por ellas,
que todos los de un oficio están juntos en una parte, y todos los de otro
en otra, con mucho concierto y orden; y hay todos los officios en tanta quantidad
que es cosa estraña; y de la mesma manera están todos mercaderes repartidos
en sus lugares, conforme a las mercadurías que tratan. Por lo qual, aunque
en grandeza y nobleza de casas y edificios no tiene la magestad de las ciudades
de Europa, porque en la China comúnmente hazen las casas baxas sin nengún
alto, con todo eso, por ser cubiertas de muy buena teja, y las calles tan
derechas, anchas y bien ordenadas, y las ciudades tan populosas y grandes
y tan llenas de toda suerte de mantenimientos y mercadurias, cómo está dicho,
son tan hermosas, que no les hazen ventaja las grandes ciudades de Europa
: y assí por las ciudades como por fuera hay mucha quantidad de puentes, unas
de piedra y cal, otras de madera, tan grandes, anchas y bien hechas, y de
tanto gasto, que parescen obras romanas
La
6ª qualidad de este reyno es, que la gente dél es la más índustriosa de quantas
hay en el mundo, porque aun los ciegos y mancos ganan su comer y no pierden
tiempo, tanto que se veen muy raramente pidientes en la tierra; y es para
espantar de quán poca edad se dan los niños al trabajo y comúnmente deprenden
diversas artes ; porque no teniendo que ganar en una se ocupen en otra ; y
naturalmente son tan sotiles de manos y de tanto ingenio, que luego aprenden,
y salen muy buenos oficiales en todas las artes, haziéndolo todo con tanta
facilidad y presteza.
Es
cosa maravillosa ver cómo obras de mano tan ricas y tan bien hechas se venden
en la China tan baratas y son anssí hombres como mugeres tan industriosos
y vividores, assí en la tierra como en la mar, que de todo quanto pueden se
aprobechan; y no solamente no dexan desaprovechado un palmo de tierra, mas
de las cosas que las otras naciones echan a mal, como inmundicias, sacan ellos
provecho, como de huesos de pescados y otros diversos animales, y de las cascas
y huesos de las fructas y cosas semejantes, de los quales hazen buxerias y
piececitas, que sirven para diversas cosas; por lo qual de todo quanto hombre
dessea hay tanta abundancia, que no se puede más dezir; y assí, desta industria
de la gente, y de la qualidad de la tierra, que de suyo es tan fértil y i
ica, nasce tanta abundancia como diximos.
La
7ª qualidad es ser la más pacífica y bien governada tieira que ay en lo descubierto;
y es mucho de maravillar, specialmente siendo de gentiles, que no tienen luz
de la verdad ni de la doctrina de Dios, que es la que enseña el verdadero
modo de govierno; mas porque acerca desto hay mucho que dezir, lo trataremos
en el capítulo siguiente.
DEL
ESTADO DEL REY DE LA CHINA Y DE SUS PARIENTES Y MANDARINES Y MODO DE SU GOVIERNO.
CAP. 27.
El
estado del rey de la China, y de sus parientes y mandarines, y de su poder,
orden y concierto y modo de govierno es tal, que dificultosamente se podrá
creer de los que no vieron la China.
Quanto
a lo que toca a su poder, de las riquezas, de la multitud de gente, de la
grandeza de armadas, de la abundancia de oficios en todas las artes mecánicas,
de las minas de diversos metales, y finalmente de la hartura y abundancia
de la tierra, se puede colegir quán grande sea, porque paresce increyble la
presteza con que haze cosas muy grandes, en que otros reyes suelen gastar
mucho tiempo; porque assí en las fabricas, como en hazer muy grandes exiércitos
y gruessas flotas, es tanta la brevedad de tiempo que se gasta, que es cosa
de espanto; porque en un tanto hazen sus mandarínes, quando les es necessario,
exércitos de uno y dos millones de gente, y de más, si más quisieren , aunque
es la gente flaca como diremos.
Assimesmo
hazen luego infinidad de navíos de alto bordo, que ellos llaman bancones y
juncos, tan grandes muchos dellos como muy grandes naos, y echan fuera flotas
de quatrocientas y quinientas velas, y esto en tan poco tiempo, que no se
puede entender cómo es possible hazerse con tanta priessa mas por quanto (como
está dicho) a ellos no les falta dinero, ni industria, ni oficiales, ni pertrechos,
ni mantenimientos, ni alguna otra cosa neccessaria para esto, y por. otra
parte son tan temidos y obedecidos estos mandarines, y tan concertados y ordenados
en su govierno, que no hay de qué espantarnos si hazen las cosas tan prestamente.
El
rey vive con su corte en la real ciudad de Paquín, que, conforme a lo que
todos dizen, es tam grande, que un caballo de buena andadura apenas la puede
atravesar en un día, caminando desde que sale el sol hasta que se pone; y
según en sus libros escriben, y ellos dizen, tiene esta ciudad tres muros
de piedra y cal, muy fuertes y bien, hechos, que la cercan, y está tan bien
tragada y ruada, tan hermosa, y tan llena, de gente y de todas mercadurías
y riquezas, que conforme a lo que se vee de las otras se puede entender que
esta es la principal, o excede a todas las demás ciudades de lo descubierto,
o tiene muy pocas yguales; porque las maravillas y cosas que los chinas y
sus libros dizen della no se pueden contar, porque dificultosamente serán
creydas.
Cásase
el rey con una sola muger, que tiene por reyna, y vive con grande estado;
mas fuera desta tiene otras muchas mugeres, que son sus concubinas; y de las
puertas adentro no se sirve sino de eunucos (que tiene en grande número, muy
ricos y poderosos) y de mugeres; y para conservar la grandeza y authoridad
de su estado quasi nunca sale fuera de sus palacios, los quales, según dizen,
son tan grándes como una grande ciudad, todos cercados al derredor de piedra
y cal, y son muy ricamente labrados con muchas y grandes cámaras, y salas
de muchos altos, y entre otros tiene dentro de su cerca quinze palacios, apartados
los unos de los otros, que representan las quinze provincias de la China,
llamándose cada palacio por el nombre proprio de la provincia que representa.
En ellos tiene muy grandes huertas y jardines, con tanques de agua llenos
de diversos pescados, y bosques en que hay muchos javalís, venados y otra
monteria, y muchas aves de caça de diversas suertes. De manera que sin salyr
de su casa va el rey por su recreación ora a una provincia, ora a otra, hallando
en ellas todas las recreaciones y pasatiempos que quiere.
A
el rey succede su hijo primogénito, y los otros hijos, quando llegan a cierta
edad siendo aún bien mochachos, por ley del reyno, se reparten a diversas
ciudades, donde son aposentados en casas reales que el rey les manda hazer
para cada uno de ellos, muy grandes y nobles, que tiene cada una en su proporción
los mesmos pasatiempos y comodidades que tiene el rey ; porque estos tampoco
no salen quasí nunca de casa y son muy bien servidos y proveydos abunda ntíssima
mente como personas reales, y estimados y reverenciados de los mandarines
y governadores de la tierra; mas todavía nenguno dellos manda en la tierra,
ni tiene que ver con el govierno, ni en tiempo de guerra ni en tiempo de paz,
y en nenguna manera pueden salir del territorio de las ciudades en que están
aposentados, sin licencia particular de el rey; y no tienen otros vasallos
ni otra renta más que un tanto de ordenado, que de la hazienda del rey infaliblemente
les pagan, con el qual viven muy ricos y en grande estado; y los mesmos mandarines
y criados que les sirven les son dados por la mano de el rey. De manera que,
viviendo en sus casas con mucha grandeza y estado real, están en cierta manera
como presos, y sin posessión alguna, para que desta manera no aya algún levantamiento.
También
estos hijos del rey tienen muchas mugeres, aunque una sola es la principal;
y los primeros hijos quedan como mayo- razgos cn aquel estado, viviendo en
las mesmas casas que sus padres, y los otros hermanos viven abastadamente
con lo que les dan sus padres ; mas quédanse como personas particulares viviendo
sin nengún fausto aunque les tienen los otros mucho respecto, y no pueden
ser castigados de los mandarines sin particular licencia de el rey, el qual
los manda castigar, conforme a lo que merescen, quando yerran; y estas casas
o mayorazgos destos hijos y descendientes del rey son propriamente los grandes
de la China, aunque, como está dicho, no tienen nengún poder ni mando en la
tierra.
En
cada una de las quinze provincias, en que, comno diximos, está todo el reyno
dividido, hay commúnmente un governador con su consejo de paz y de guerra,
y un fator de la hazienda del rey, y otros muchos oficiales de mar y de tierra,
que ordinariamente residen en la ciudad principal, que es cabeça de aquella
provincia; y en todas las otras ciudades y villas tiene sus particulares capitanes
y oficiales, los quíales todos se llaman mandarines: y quitados estos que
mandan en la tierra, toda la demás gente es popular y común, que, aunque hay
entre ellos mucho número de gente honrrada y rica, no ay nobleza alguna sino
aquella que tienen los mandarines, de los quales hay en todas las provincias
grande, quantidad, por ser muchos los officiales que en ellas hay. Estos mandarines
son de dos maneras: unos son soldados, que tienen cárgo y cuydado de la gente
de guerra y de sus flotas y armadas ; y otros letra- dos, que tienen cargo
de hazer justicia, y de las rentas reales, y del govierno de la tierra, a
los quales también se reduze el mando de las cosas de la guerra ; porque los
mandarines soldados están de tal manera subordinados a los letrados, que el
absoluto y principal mando y govierno en la China esta en los mandarines letrados.
Los
mandarines, que son sobre la gente de guerra, son tales por casta y linage,
y en cierta manera como mayorazgos, porque susceden en lugar de los padres
sus hijos primogénitos, y los otros hijos quedan gente comúnm y destos mandarines
de guerra hay muchos, grandes y pequenos, conforme a diversos grados de preminencias
y dignidades que tienen, los quales, según sus obras y merescimientos, son
augmentados en sus dignidades. Los otros mandarines, que llegan a esta dignidad
por vía de letras, no solamente non van por casta y linage, mas nengún género
de mando tienen, sino quanto les dura el officio, el qual ordinariamente se
muda de tres en tres años y estos acabados, si no son proveídos de otros officios,
quédanse en sus casas personas particulares como los otros, aunque quando
lo hizieron bien, son muy honrrados y quedan con algunas preminencias entre
los otros. Este grado de mandarín alcangan siendo examinados en sus letras,
porqué no se dan estos grados ni se augmentan por pura voluntad del rey, mas
por sus devidos y ordenados exámenes, que dellos se haze en el consejo real
por los officiales para esso determinados; y assi de un grado a otro, conforme
a la determinación y ordenación de las leyes del reyno, teniéndose siempre
respecto a sus letras y merescimientos
Andan
estos mandarines todos (assí los de un género corno los de otro) vestidos
de ropas largas, con una[s] mangas anchas, y ceñidos por encima de sus ropas
cón un cinto, que será de tres dedos de ancho, casi de la mesma manera que
andan los venezianos, con una caperuça en la cabeça, que por detrás levanta
una punta a manera de media mitra, y a los lados tiene unas orejas, que salen
de la una parte y de la otra, que es la propria y principal insignia de mandarines.
Estos
mandarines son como dioses de la China; porque son tan temidos y estimados
de toda, la demás gente, que, a la verdad, nada les falta para ser adorados;
porque en el lugar de su jurisdicción no se puede hablar a nenguno dellos
sino con entrambas las rodillas en el suelo; y tienen todos tan grande severidad
y authoridad, y andan con tanta magestad, que es cosa de espanto; y sobre
todos los que están debaxo de su jurisdicción tienen libertad para agotarlos,
y mandan dar estos açotes a sus ministros, que ellos llaman upos, con unas
medias cañas de bambús, de tres o quatro dedos de ancho, y largos como una
braça, con las quales, haziendo prostrarse a los hombres de bruças y tendidos
en el suelo y quitados los calçones, les dan los Úpos en las corvas de las
coxas tan cruel y fuertemente, que con seys o ocho açotes destos, quando quieren
le abren las carnes, de manera que muchos quedan lisiados y otros mueren.
Es tan freqüente este castigo de açotes, tan común y tan universal en los
chinas, que por qualquiera cosa luego açotan, de suerte que no hay día que
no sean açotados muchos; y los mesmos mandarines unos a otros, conforme a
la jurisdicción que tienen sobre ellos, quitándoles el cinto y la caperuça,
que son las proprias insignias de mandarin; porque antes de se las quitar
no pueden ser agotados, por el respecto que a aquellas insignias se tiene;
y assi, quitandoselas, los açotan, y después de açotados, luego se las tornan
a dar, sin perder por esso nenguna cosa de su honrra. Y aunque comúnmente
los mandarines no pueden matar con hyerro, ni dar sentencia de muerte, si
no son algunos pocos de los más principales que tienen del rey esta facultad,
todos pueden agotar desta manera: y aunque matan muchos con estos açotes,
bien lo pueden hazer, specialmente los que son mandarines grandes. Pues como
estos açotes son tan crueles, y todos los mandarines pueden açotar, es tanto
el temor y respecto que les tienen, que a nengún rey en Europa se tiene tanto.
Todos
estos mandarines viven en sus officios a costa del rey, de tal manera que
el rey da a cada uno su casa y todo el servicio que para aquel officio es
neccessario, assí de alhajas como de ministros y criados, los quales todos
viven a costa de el rey, y están siempre deputados para aquel officio, de
tal suerte que, aunque se muden los mandarines, siempre queda la messma casa
con las mesmas alhajas y los mesmos criados, sin nunca se lo deshazer; porque
los mandarines, quando entran en sus officios, no traen consigo otros criados,
ni otro estado, salvo si fueren dos o tres pages de que se sirve: y quando
salen del cargo, entregan al otro que succede la mesma casa de la manera que
ellos la tenían: y por pequeños que sean los mandarines, en el lugar donde
residen con su officio tienen su manera de estado, uno mayor, otro menor,
conforme a sus dignidades: y quando los mandarines son grandes o están en
el lugar de su residencia, donde no hay otros mandarines mayores, aunque sean
pequeños, andan siempre en sillas de estado que llevan sus ministros a los
hombros, y delante de él va la guarda de sus upos y oficiales, los quales
van como en processión de dos en dos y algo apartados los unos de los otros,
de manera que toman toda la calle; y unos llevan unas maças de hyerro estañadas,
otros unas vanderas, otros van armados con sus capacetes, otros traen aquellas
medias cabas con que açotan, arrastrando por el suelo, otros arrastran unas
cadenas de hyerro, y otros traen otras insignias, conforme a las preminencias
y dignidades de los mandarines que van acompañando y con esta como proressión
ocupan grande parte de la calle y de trecho en trecho van estos ministros
dando unas muy temerosas vozes, que se oyen de muy lexos, dando a entender
que pasa el nnandarín, para que todos se aparten ; y detrás va el mandarín
en su sylla de estado con tanta authoridad y gravedad, que casi nunca levantan
los ojos, ni tuercen la cabeça a ver nenguna cosa trás de él van otros mandarines,
o en sillas o a caballo, conforme a sus qualidades, y otra mucha gente que
lo acompaña ; y quando se encuentran con él, se apartan y se ponen de rrodillas,:
y quando los mandarines son grandes, totalmente se desocupan las calles de
gente, y se cierran las tiendas y las casas de las calles por donde passan,
avíendo tan grande quietud y silencio, que es cosa de espanto; porque, aunque
passe por donde está infinito concurso de gente, cállanse todos de tal manera,
hasta que passe, que paresce no estar allí ninguno ; porque, haziendo ito
lo contrario, luego los manda agotar; y assí no se puede creer quánto es el
temor que les tienen y quánta sea la gravedad que tienen ellos.
Trátanse
todos estos muv diferentemente de la otra gente y assl tienen diferente trage,
diferente servicio, diferentes casas, y también diferentes embarcaciones,
que les da el rey, muy ricas, hermosas y de mucho estado; y por donde estas
embarcaciones pasan se apartan y huyen luego todas las otras; y como son tantos
estos mandarines en toda la China, y a todos los sustenta el rey con sus casas
y estado, de aqui se puede ver quál será el gasto que el rey haze y quál será
también su renta.
Estos
mandarines son de grandíssimo ingenio y prudencia natural; y como su principal
estudio es en esta materia del govierno, introduxeron una tal manera de governar,
que nunca se oyó semejante, como se verá por las condiciones y qualidades
que se siguen. La 1ª es que, como los que tienen el mando y govierno son tenidos
en tanta estima y reputación, y llegan a estas dignidades por letras y merescimientos,
subiendo por sus exámenes y grados conforme a las leyes del reyno, de aquí
viene que florescen las letras en la China tan grandemente, que hay infinidad
de estudios, quasi en todas las villas y ciudades, y hay grandes universidades
con grandissimo número de estudiantes, más que en nenguna otra parte del mundo;
porque como montan tanto las letras, cada uno haze lo que puede por aprenderlas
y llegar a ser mandarín: y aunque sus sciencia en respecto de las nuestras
son imperfectas y paresce que están en el grado en que estavan en los philósophos
antigos, antes que Aristóteles las ordenasse y se esclaresciessen con la luz
de la doctrina christiana, todavía ellos tienen conoscimiento de la philosophía
natural y moral, de la astrología, de mathemática, medicina y otras diversas
sciencias, specialmente de los caracteres y lengua mandarín, que es entre
los chinas como latín entre nosotros, y tienen necessidad de mucho y largo
estudio para aprenderlas: y sobre todo estudian en su derecho civil de sus
leyes y modo de gobierno, de manera que tienen tantos y más libros que nosotros
en Europa, todos impresos, que tratan destas y otras sciencias, y tienen otros
libros de historias de verso y de otras mil diversidades, que es cosa maravillosa
ver la multitud de librerías que hay por las ciudades de la China, porque
como los principales son todos dados a las letras, no hazen sino componer
libros cada día; y tienen libros muy curiosos que tratan muy en particular
de todas las cosas de la China, y de todas las minas, mercadurías y otras
cosas que hay en cada lugar della, hasta de la diversidad de los animales,
de las aves, de los peces, de los árboles, de las fructas, de las hiervas
y de otras menudencias, con las virtudes que todas ellas tienen, que es cosa
muy para ver: y yo tuve muchos dellos en las manos, viendo sus figuras como
las pintan, y haziendo que me declarassen muchas cosas, que tengo por escripto
traducidas por buenos intérpretes, que cierto es cosa maravillosa ver el orden
y concierto que en todas las cosas tienen : y como el govierno anda siempre
entre hombres sabios y letrados, por fuerça es averse de hazer muy bien y
ordenadamente.
La
2ª condición es la grande subordenación y orden que tiene este govierno; porque,
aunque es algún tanto cruel y fundado en puro temor servil, todavía es en
su manera el más bien ordenado de quantos basta agora uvo en el mundo; de
manera que en cierto modo paresce una religión bien ordenada, por la mucha
obediencia y subordenación que hay entre ellos ; porque dado que no tienen
más que un rey solo, el qual es señor de toda la China, y tan absoluto que
no ay palmo de tierra en ella toda que no sea suya, porque todos los que tienen
tierras pagan cada año un tanto a el rey, y todas las ciudades y villas y
aun las aldeas son suyas; de suerte que en toda la China no hay otro que tenga
mando y señorío sino solo él, y assí es sobre manera temído y obedescido y
de todos reverenciado, con todo esso, por las leyes de su reyno, que los mesmos
reyes sús antepasados hizieron, no govierna el rey ni despone de las cosas
de la China a su voluntad, como se le antoja, mas goviérnalo todo por medio
de sus consejos; de suerte que es como una, respública bien ordenada, de la
qual el rey es cabeça y principe, mas no haze sino lo que es conforme a sus
leyes, que con tanta consideración hizieron, governando con aprobación y parescer
de su senado: y por esto están de tal manera subordenados el pueblo a los
mandarines, y los mandarines unos a otros en las provincias donde están, conforme
a sus dignidades, y estos a los governadores, y los governadores al consejo
real, y este a su rey, que no hay en nenguna religión más obediencia exterior
ni más subordenación que en la China; porque la mesma subordenación y temor
que el pueblo tiene a los mandarines, tienen ellos a otros mandarines mayores
que ellos; y desta manera les hablan siempre de rodillas. Pues assí en el
cobrar de las rentas como en ordenar los exércitos y flotas, y despachar todos
los negocios que se ofrecen, y en el dar muy cierta relación de todo lo que
passa en toda la China a el rey y a su consejo real, y en todas las demás
cosas, es tan grande la subordernacíón, tanto el orden y concierto, y tanta
la obediencia, que no se puede creer; porque como, en haziéndose alguna falta,
luego inmediatamente caen sobre ellos aquellos crueles açotes, es tan grande
el temor que les tienen que no hay en el mundo obediencia semejante.
La
3ª condición es la grande diligencia en la buena execución de su gobierno,
porque como hay entre ellos esta tan grande subordenación y obediencia, con
tan grande orden y concierto, es tanta la diligencia y presteza en executar
lo que se manda, que es cosa de espanto; porque apenas el mandarín acaba de
hablar, quando ya está hecho lo que manda; y sus ministros estánle oyendo
con tanta atención, que en començando a hablar parece que están oyendo y volando,
y luego dan a correr, y en brevissímo tiempo se ponen en execución cosas muy
dificultosas y grandes, que en otros reynos no se pudieran acabar en mucho
tiempo; porque, como se ha dicho, hazen exércitos y flotas muy gruesos, y
fábricas muy costosas y grandes en tan breve spacio de tiempo, que no se puede
creer; y no es esto mucho de maravillar, pues, como está dicho, tiene tanta
quantidad de dinero, de madera, de mantenimientos, de municiones y de todas
las demás cosas para esso neccessarias, de las quales hazen siempre provisión
en todas las provincias y en diversas ciudades y villas, con sus proprios
officiales que desso tengan cuydado, que en lo todas ellas hay, por lo qual
siempre están a punto; y assí con tanta solicitud y diligencia, con tanto
orden y concierto hazen con mucha brevedad quanto quieren.
La
4ª condición, la grandissima vela, cautela y recato que tienen en su govierno
para conservar en paz aquel reyno ; porque en todas las cosas se recatan y
recelan, como si siempre estuviessen entre enemigos y de cerco; y assí no
quieren comunicación con otros reynos ni con gente estrangera, sino con mucha
cautela, por lo qual hay pena de muerte a los que van de su reyno a otro sin
licencia, o sin la mesma meten en el suyo o algún estrangero; y la comunicación
que tienen con algunos comarcanos es con tanta circunspección y recato, que
no puede ser más; porque aun estos no pueden entrar en la China, ni yr de
un lugar a otro, sino a un lugar determinado y en cierto tiempo, y con aver
licencia para entrar en el dicho lugar : y es esto en tanto grado, que, con
aver más de treinta años que los portuguesses tienen trato con ellos, aun
estando de assiento en una isla de su tierra, no pueden yr a nenguna parte
de la China, ni, tratar de sus mercadurías, sino en la ciudad de Cantón, y
esto en un cierto tiempo determinado, aviendo particular licencia ; y han
de estar tanto tiempo, y no más; y entre tanto que ahy están no pueden dormir
de noche en tierra, ni entrar aun de día en la ciudad vieja, donde están los
mandarines, sino han de morar en sus embarcaciones en el río, basta que finalmente
en todo se velan grandemente de los forasteros.
Assimesmo
en todas las ciudades y villas, que están cercadas con sus muros, como está
dicho, hay gente de guarnición ordinaria, con sus centinelas, de la mesma
manera como si estuviessen cercadas ; porque en siendo noche cierran todas
las puertas y postigos de todas las ciudades y villas, y las sellan con sus
sellos, y llevan las llaves al mandarín que tiene cargo de la ciudad ; y las
guardas, que están por las puertas y muros, tocan de trecho en trecho sus
campanillas, respondiéndose los unos a los otros de la mesma manera que se
haze entre nosotros en las fortalezas y ciudades que están de cerco: y la
mesma guarda y vigilia se haze dentro de las casas de los mandarines y dentro
en las cárceles; y todas las calles de la ciudad tienen sus puertas que se
cierran de noche, y en cada una de ellas está su guarda y vigilia, y no se
abren hasta por la mañana con las demás puertas de la ciudad. Estas guardas
y centinelas han de dar cuenta de todo el mal que se haze en la ciudad; de
suerte que con esta guarda y recato viven en sus reynos y ciudades con mucha
paz.
La
5ª condición es la manera que tienen para que nunca aya entre ellos levantamientos;
porque los hijos de los reyes, que son los grandes de la tierra, están de
tal manera repartidos y proveidos que, aunque viven con grande estado, no
tienen nengún poder ni mando en la tierra; y los mandarines que tienen el
mando están de tal modo, que, aunque quieran, no se pueden levantar ; porque
los de la guerra dependen en todo de los mandarines letrados, y estos letrados,
corno vienen a sus grados por sus letras siendo de baxa suerte, no tienen
parientes ni poder en la tierra sino quanto a lo que toca a su officio, y
nunca tienen officio en su propria provincia, mas siempre los mandarines son
naturales de otras provincias; y assi todos quantos goviernan en una provincia
son de otras diversas, y nenguno es de aquella en que govierna; y demás desto
están tan subordenados estos y tan repartidos entre si, que los que tienen
cargo de la gente no lo tienen del dinero ni de los mantenimientos, y los
que tienen cargo del dinero y mantenimientos no mandan, y sus ministros no
dependen dellos sino son ordinarios del rey, de la manera que se ha dicho;
y con todo esto tienen tanto recato y vigilancia, que en nenguna manera puede
aver entre ellos levantamientos nengunos, y aun fuera desto nenguno trae armas
en toda la China, si no son algunos soldados a sus tiempos ciertos, y hay
crueles penas contra los que hieren con ellas; de manera que entre los chinas
no hay otras brigas y peleas que de puñadas y de asirse de los cabellos, que
traen ordinariamente muy largos como mugeres; y lo bueno es que sus riñas
comúnmente se acaban con quedar açotados los unos y los otros por los mandarines,
y assí se hazen las pazes y quedan muy contentos, por lo qual no hay entre
ellos ni las enemistades ni las heridas ni muertes que hay entre las otras
gentes, mas antes viven en mucha paz, que les dura muchos años ; solamente
les falta la paz verdadera de sus almas, que no podrán tener jamás hasta conoscer
a Christo nuestro Señor, que es nuestra verdadera paz.
De algunas otras
costumbres y desórdenes que hay en la China, y de su religión
Tan
grandes y maravillosas son las cosas del reyno de la China, que no se puede
escrebir en pequeño volumen ; y aunque se ha dicho mucho de la calidad de
la tierra y de su govierno, es sin comparación más lo que queda por dezir;
porque las particularidades y orden que ellos tienen en el govierno son tan
grandes, que parece que no se les puede más pedir.
Mas
con, todo esto, como les falta lo más principal, que es el conoscimiento de
Dios y de su sancta ley, no basta ni la orden ni la prudencia que tienen en
su govierno, para hazer que no haya en la China muchos desórdenes y muy graves.
El I° es, el qual se causa de su mesmo govierno, de las muchas injusticias
y tiranías que hazen los mesmos mandarines; porque como ellos tienen tan grande
libertad de açotar a su gusto todos los que están debaxo de su mando, de aquí
se siguen muchas injusticias y sinrazones, que hazen su govierno lleno de
robos y tiranías; porque los hombres, por se ver libres de sus açotes y no
caer en sus manos, dan quanto ellos quieren, y los sobornan con mucho dinero,
y ellos tienen la ocasión en la mano para aver de sus súbditos quanto quieren:
puesto caso que por sus leyes les son muy prohibidas dádivas y presentes,
y hay en esso mucha vigilancia, y quando en ellas son comprebendidos, son
muy gravemente castigados, y el rey haze muy grandes diligencias para que
sus provincias sean bien governadas, y cada año embía un pesquisidor o visitador,
que ellos llaman chaen, con grande authoridad para hazer pesquisa secreta
y públicamente de todos los oficiales de la provincia, començando desde los
governadores y mayores mandarines que tienen, castigándolos ásperamente quando
hallan que goviernan mal o toman presentes. Mas con toda esta diligencia de
el rey, conforme a lo que los mesmos chinas dizen, corre mucho esta peste
entre ellos, tanto que casi todo se haze por dádivas, sobornando los unos
a los otros tan secretamente, que, por muchas guardas que aya, por muchas
prohibiciones y diligencias que io para saberlo se hagan, ellos sacan mucho
dinero de sus oficios, y la mayor parte dél es de presentes aunque, según
dizen, hay muchos que entre ellos son grandes, que no toman cosa nenguna de
nadie; mas comúnmente ellos sacan de sus oficios, especialmente los grandes,
mucha quantidad de dinero; por lo qual y por los gruesos fueros y derechos
que pagan a el rey, aunque la China es tan rica y abundante, hay mucha pobreza
y miseria, especialmente entre los labradores y la demás gente baxa que mora
por las aldeas. El desorden es, que, como ellos tienen tan poco uso de las
armas, y son todos criados con aquel temor debaxo de los açotes, son tan baxos
de ánimo, que paresce que no tienen coraçón, que más parescen mugeres que
hombres: y assi la gente de la China es una de las más flacas gentes de quantas
hay en este Oriente, porque no paresce que tienen manos ni ánimo para pelear,
y un solo japón se atreve a tomar contra cinqüenta y cient chinas. Verdad
es que dizen que en las partes del norte, donde están en fronteras con los
tártaros y otras gentes con quien pelean, son muy exercitados en las armas,
y muy valientes y grandes ginetes y flecheros, de suerte que resisten y se
defienden de los gruesos exércitos de los tártaros, que en armas son muy diestros,
y a la verdad, persona y fuerza tienen los chinas que, si se exercitan en
las armas, y con el exercicio pierden el miedo y toman algún ánimo, paresce
que saldrán muy buenos guerreros, porque es gente de tierra fría, blancos
y bien dispuestos, que comen muy bien, y, como está dicho, son de buen ingenio
y diestros de manos; por donde se entiend, que, si se exercitan en las armas,
han de salir bien con ellas: y assi lo tiene mostrado la experiencia; porque
donde al principio ciento y doscientos japones desembarcavan en el Chincheo
y salteavan a su voluntad toda aquella costa, recogiéndose a Japón seguramente,
agora de ordinario se pierden, y ni aun con- mucho mayor número se atreven
a desembarcar en el Chincheo, porque poco a poco se fueron ellos exercitando
en las armas para defenderse de los japones, y vinieron a perder parte del
miedo; de suerte que, como son muchos, no pueden ya los japones correr a su
salvo la costa, como hazlan prirnero-; y también tomaron ellos de los portuguesses
el uso de arcabuzes, de los quales hay ya mucha quantidad en la China, y no
hay duda sino que, exercitados en ellos, han de salir aún mejor que la demás
gente de la India, que, con ser muy viles, de color baço, y de pocas fuerzas
en comparación de los chinas, con el continuo exercicio de guerra, que tuvieron
con los portugueses, se hizieron en muchas partes muy diestros y esforzados.
El
3° desorden es que parte con el temor servil con que son criados, parte por
la poca comunicación que tienen con toda la demás gente, parte por su natural
condición, es gente muy cruel y deshumana, que nenguna manera tiene de amistad
y compassión; porque los mandarines con sus oficiales son deshumanos y crueles
sobre manera en los agotes y cárceles y otros castigos que dan, y la otra
gente con nengún forastero tiene amistad; de suerte que, aunque ha tantos
anos que los portuguesses tratan con ellos, nunca se halló quien tuviesse
con ellos la amistad y cierta manera de comunicación que hay entre las otras
gentes, con quien se trata; tanto que bien pueden passar por cerca de un navio
de portuguesses mil embarcaciones de pescadores y otro género de gente, y
pagarles los portuguesses lo qúe ellos quisieren, que nunca se hallará ni
una que a ellos venga, aunque los llamen, y aunque supiessen que están para
morir. Y la gente común y baxa parece que es la más mala que hay en el mundo,
porque son notablemente enteresales y amigos de dinero, y por ganar alguna
cosa se pornán a qualquier peligro y harán toda maldad: y son muy grandes
y muy subtiles ladrones, traydores y engañadores; tanto que en todas las cosas
que venden, especialmente a los forasteros, procuran de los engañar, inchiendo
los papos de las gallinas de arena, y los animales que venden vivos, de agua
y de viento para pesar más, porque todo lo venden a peso, y haziendo en todo
lo demás mil mezclas y falsedades para engañar ; basta que los mesmos mandarines
dizen que, por ser tan malos los chinas, no los pueden governar sino con crueldad
y con el rigor de los agotes. Con todo esto no faltan entre ellos muchos mercaderes,
que son de mucha verdad mas ordinariamente todos son muy falsos en sus tratos.
Y no es maravilla que siendo gentiles tengan estas y otras maldades, pues
no aprenden otras cosas de sus leyes malas y rnentirosas; pero muchos de los
que se hazen christianos salen muy buenos y devotos, que paresce que saldrían
todos comúnmente tales si entrasse en ellos la luz de nuestra sancta verdad.
El
4° desorden es que, como la gente es mucha, y entre ellos ay muy pobres y
de su natural mal inclinados, y los castigos de los mandarines son tan severos,
porque, entre los otros rigores, quando alguno haze un delicto grave y después
huye, usan meter en la cárcel todos sus más allegados parientes, forzándolos
con tenerlos en ella mucho tiempo y con açotes a que ellos mesmos entreguen
a1 delinqüente; por lo qual muchos, por ser de su naturaleza ladrones y otros
para huyir de las manos de los mandarines, por ser parientes de los tales
y no tener otro remedio, se hazen también ladrones como ellos, y destos hay
muchos en diversas partes de la China, specialmente por la costa de mar y
en diversas islas, que hazen a las vezes muy gruesas flotas robando lo que
pueden por mar y por tierra, deseinbarcando muchas vezes en las aldeas y puertos
de mar, y saqueándolas, matando y captivando mucha gente muy cruelmente ;
y contra estos hazen- siempre los mandarines gruesas armadas que van corriendo
y guardando el mar de la China; y muchas vezes hazen estos más daño que los
mismos ladrones, porque, con achaque de dezir que son ladrones, quando pueden
toman los navíos que encuentran, ahora sean de amigos ahora de enemigos, y
mátanlos todos dizlendo que son ladrones: y aun muchas vezes acontesce que,
por ganar el premio que dan a los que matan ladrones, saltan tierra estos
mandarines de las flotas de noche y roban de quanto hallan, y matan los que
encuentran, y llevan las cabeças a los mandarines grandes, diziendo que son
de ladrones ; y assí se hazen otras muchas sinrazones y sinjusticias.
El
5° desorden es, que hay entre ellos muchos y muy graves y públicos pecados,
especialmente acerca del pecado nefando, al qual todos son muy dados, y dellos
se tomó en Japón, como está dicho; acerca del qual nenguna vergüenga ni empacho
tienen, y como es la tierra tan rica y fértil, y ellos son tan dados a comer
y beber, hay entre ellos muchas torpezas y pecados enormes, con los quales,
aunque sean de suyo de tanto ingenio y tan prudentes y discretos en su govierno,
son tan rudos y tan ciegos quanto al conoscimiento de Dios y bien de sus almas
y cosas del otro mundo, que parescen quasi incapazes desto y de nengún entendimiento
porque ni saben cosa alguna acerca de esto, ni lo quieren oyr ni saber, ni
lo que les predican les entra por los oydos, que cierto es cosa espantosa.
Una
cosa tienen, que es muy contraria a toda la gentilidade, que es el recogimiento
de las mugeres, el qual entre los chinas es tan grande, que están todas encerradas
como si fueran monjas sacando las que por ser solteras viven mal y públicamente;
y esto es de manera que, con ser sus ciudades tan grandes y populosas, por
maravilla se ve una muger, y quando van de una parte a otra, van metidas en
unas sillas todas cubiertas, de manera que no son vistas; y llegaron a tanto
los chinas, que, para que sus mugeres no fuessen andariegas, introduxeron
una costumbre, que luego que nascen les aprietan los pies de tal suerte que
no pueden crecer, y quedan todas lisiadas, de manera que aunque quieran, no
pueden andar sino muy poco, porque que dan con los pies tan pequeños, que
apenas se pueden sostentar sobre ellos; y esta costumbre fué cresciendo tanto,
que ya tienen las mugeres por nobleza y hermosura tener los pies muy pequeños
y quasi lisiados de la manera dicha.
La
gente toda es de la condición de los nuestros de Europa, sanguinos, alegres
y enojados, y que fácilmente muestran sus passiones, porque no las tienen
tan moderadas como los japones, antes gritan y pelean entre sí muchas vezes,
assiéndose por los cabellos y a puñadas, mas no con armas; y estiman mucho
y tienen por grande honrra traer todos sus cabellos muy largos, que comúnmente
son más crescidos que los que traen las mugeres de Europa, porque les llegan
a los pies, los quales peinan cada día luego en se levantando, aunque sean
muy baxos y trabajadores, y los conciertan como si fueran mugeres, retorzijándolos
en lo más alto de la cabeça, la qual cubren con una escofia muy galana, hecha
a manera de red de cerdas de caballo, y por un agujero que tienen en medio
les sale aquel manojo de cabellos, de manera que no parescen mal. Su vestido
es unos sayos con haldas largas y con mangas anchas, las quales se van estrechando
hazia las bocas dellas; traen sus calçones y medias calças muy mal concertadas
y anchas, con sus çapatones, que, podían servir de pantuflos o chapines de
mugeres; y finalmente en todo su trage es gente que tiene poca costumbre de
armas, aunque los mandarines visten de otra manera, como está dicho y es muy
grave su vestido.
Usan
todos de mucha cortesía entre si, especialmente los mandarines, las quales
hazen doblando las manos y inclinandose mucho, mas con los estrangeros, de
qualquíer suerte de gente que sean, son todos muy descorteses y malcriados,
mayormente la gente baxa, que es muy zafia, y no tienen en esto nenguna manera
de primor. Siéntanse todos en sus sillas, y comen en mesas altas contra el
estilo universal de todo el Oriente, y usan de fáxes quando comen, de la manera
que hazen los japones, y comen toda suerte de cosas muy abundantemente, aunque
no guardan en el comer la policía y limpieza de los japones.
Quanto
a lo que toca a la religión y sectas que ellos tienen, también tienen ellos
muchas, y casi todas están fundadas en los mesmos libros de Xaca, que tienen
los japones, los quales las tomaron de los chinas; mas porque los mandarines
son hom- bres dados a letras, como está dicho, y con su estudio y lumbre natural
entendieron ser fabulosas y mentirosas sus sectas, hazen muy poca cuenta dellas;
y por esso las cosas que tocan a su religión están entre ellos en muy baxa
estima; porque como por una parte entendieron la falsidad de sus sectas, y
por otra, ciegos con sus pecados y sobervia, no pudieron llegar a entender
que hay un verdadero Dios remunerador y juez de los bienes y de los males
que en este mundo se hazen, se resolvieron comúmente en dezir que no ay para
ellos otro mundo, y por esso quieren ser ellos adoradosy estimados como dioses
en la tierra y más siguen las escuelas y doctrina de unos sus philósophos
antigos, que trataron de las virtudes morales y del buen govierno, que no
la religión dél pueblo común. De aquí viene que aunque ay entre los chinas
muy grande quantidad de bonzos de diversas sectas, no tienen ni la authoridad
ni el poder que tienen en Japón, mas antes ordinariamente son tenidos de los
mandarines en muy poca cuenta, y assi a cada paso los açotan como a la demás
gente; aunque siempre ay entre ellos algunos bonzos principales que son tenidos
en buena, opinión, de los quales se haze mucho caso; mas, hablando comúnmente,
son estos bonzos malos y deshonestos y peores que los de Japón, mas por el
temor de los açotes, y porque no pueden más, tienen la libertad que tienen
aquellos. - Ay también entre el]os muchos que viven vida recogida como hermitaños
en el hiermo y hazen muchas penitencias y abstinencias, y son tenidos de los
chinas por hombres de muy sancta vida.
Como
los mandarines tienen poca fe en sus ydolos, ai también el pueblo común los
tiene en poca cuenta, y todos 1es pierden el respecto y reverencia; porque
dado caso que comúnmente todos tengan ydolos en sus casas y les hagan sus
ceremonias y sacrificios, todavía llegan a tenerles tanta irreverencia, que
muchas vezes, quando no les conceden lo que les piden les succede alguna.
adversidad, se enojan con sus ydolos y 1es dizen muchas injurias y aun los
açotan, y después los tornan a poner en su lugar, tornándoles a pedir lo que
dessean, y assí hazen las pazes con ofrecerles algún sacrificio de olor, o
de otras cosas que ellos usan; y si no alcançan lo que piden, los tornan de
nuevo a açotar mas fuertemente: y finalmente los principales ydolos que ellos
tienen, son sus mandarines, a los quales adoran y reverencian con mucho más
temor y respecto que a sus ydolos
Tienen
los chinas en diversas provincias diferentes lenguas, tanto que no se entienden
unos a otros, aunque por escrito sí, porque escriben los mesmos caracteres
y letras, las quales, como son figuras de cosas, y como las cosas tienen en
todas partes una mesma figura, de todos son entendidas, aunque en diversas
lenguas tienen diversos vocablos, y de aquí viene entenderse por escripto,
y no por lengua; y lo mesmo, les acontesce con los japones, con los quales
se comunican y entienden por escripto y no se entienden de palabra, porque
tienen la mesma manera de escrebir los japones, aunque también tienen otra,
que es propria suya y que no entienden los chinas. Tienen también los chinas
otro lenguaje, que es casi universal y común, y este es el proprio lenguaje
de los mandarines y de la corte, y es entre ellos como entre nosotros el latín;
y como aquella lengua sea propria de los mandarines, en los quales está todo
el poder y mando, como diximos, todos procuran de aprender a hablar o bien
o mal esta lengua, para poderse negociar con los mandarines. De donde paresce
que si nuestro Señor fuere servido de abrir la puerta a su Evangelio entre
esta gente, paresce que con ellos se haría mucho mayor fructo que con todas
las demás naciones de Oriente, assí porque si nuestra ley contentasse al rey
y a su consejo, sin dudar ni replicar en cosa alguna la tomarían todos los
chinas, por la muy grande obediencia y reverencia que les tienen, como también
porque la gente es de su natural de buen yngenio y dada a las letras, con
las quales se hazen más fácilmente capaces de sus falsedades, y demás desto
no ternía nuestra ley quasi nenguna contrariedad, porque ni los chinas tienen
mucha afición a sus dioses, ni los bonzos tienen entre ellos el poder y authoridad
que entre los japones, ni nuestra ley es contraria al estado y grandeza de
los mandarines ni a su govierno, mas antes se conforma con él; porque, a la
verdad, la mayor parte de sus leyes son muy buenas y fundadas en razón, y
los desórdenes que se causan en este reyno nascen de no guardarse bien sus
leyes, que, si ellas se guardassen, del todo cessaran las tiranías y desórdenes
que agora hay; de suerte que nuestra ley ayudaría y favoresceria su manera
de govierno.
Ni
menos aprovecharía para en breve tiempo se dilatar nuestra sancta ley el recogimiento
de las mugeres tan grande, y la paz universal que ay éntre los chinas, y la
comodidad que ay con las muchas y grandes ciudades y poblaciones, con la mucha
riqueza del rey y de la tierra, porque todo esto ayuda para poderse nuestra
ley promulgar y dilatar, y poderse hían hazer yglesias cathedrales con sus
dignidades y beneficios, y no faltaria entre ellos gente que en breve tiempo
se hiziesse capaz par4 todo esto. Mas están por otra parte tan cerradas las
puertas de la China y sus mesmos entendimientos dellos para las cosas de Dios,
y son tan intratables, inconversables y incomunicables (digámoslo assi) estos
mandarines, especialmente con los estrangeros, y hazen tan poco caso de todas
las otras naciones, que no se ve manera cómo poderse entrar con ellos : y
demás desto están tan subjectos y subordenados los unos a los otros, y tienen
los inferiores tan grande respecto y temor a los manda- rines mayores, y estos
al consejo real, que paresce que, si no se toma el agua desde el rey, y no
se comienla por él, nunca se ha de abrir esta puerta al sancto Evangelio ;
y poder hombre llegar a tratar con el rey paresce humanamente imposible a
nosotros, que somos forasteros.
Mas
con todo esto, como lo que es imposible a los hombres sea posible a Dios,
están dos Padres de los nuestros ya de algunos años a esta parte aprendiendo
esta lengua mandarín y van aprovechando en ella como diremos a su tiempo;
porque este es el camino, por donde podemos esperar (quanto a lo que a nosotros
toca) que aya alguna entrada en la China ; y esta es la causa porque el Pe.
M. Francisco no desconfiava de poder abrir esta puerta con el ayuda de Dios,
aunque se metiesse en mucho peligro, como diremos tornando ya a su historia.